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miércoles, abril 24, 2024

Iglesia y corrupción

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Estamos listos como pueblo de Dios para huir de la tentación, están blindados los miembros de nuestras instituciones, en esta edición un análisis de cómo detectar, prevenir y anular la corrupción.

Donde quiera que nos encontremos seremos conocidos por muchas personas que se encuentran a nuestro alrededor, y estas se harán su propia expectativa de nosotros, hablando bien de nosotros y otras no tan bien; puesto que en muchas ocasiones nos enfrentaremos con difamaciones y calumnias. Sin importar la situación en la que nos veamos sumergidos tenemos que estar caracterizados como personas íntegras.

La palabra de Dios nos invita en Filipenses 4:8 “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”. Lo que nos hace un llamado a que seamos personas honestas y verdaderas en todo momento y lugar, pues si bien es cierto la integridad no se obtiene, se hace o se produce sino lo que una persona es, ya que esto nos define.

Una cosa es guardar nuestra imagen y la otra es ser definido como “integro”, esto nos hace ser lo que decimos que somos. Para el Pastor Gustavo Ávalos de las Asambleas de Dios, para no caer en la corrupción se necesita tener cimentado valores cristianos en este caso no solo creerlos o enseñárselos sino practicarlos y sin dejar la comunión con Dios.

Para él existen tres áreas en las que un cristiano puede corromperse: mujeres, finanzas y orgullo o fama. Mencionó que cuando ya se cae en pecado lo que se debería hacer en estos casos es reconciliarse, levantarse y restaurarse en todos los aspectos de su vida que han sido dañados y aprender de su error para poder ayudar a otro.

En cuanto las medidas que la iglesia tiene que tomar en casos de corrupción, esto dependerá del proceso de restauración que cada iglesia aplique, es así cómo se disciplinará las faltas. Ser integro es ser honestos mientras vivimos, y no solo para nosotros mismos, para nuestra familia o para la iglesia, más bien serlo con Cristo. Sin embargo en la actualidad a la que nos enfrentamos a diario, muchos siendo cristianos están viviendo con falta de integridad en su vida familiar, en el trabajo y en su ministerio.

Muchos de los aspectos que envuelven la integridad es que con lo poco o nada que tengamos podemos realizar de una manera limpia nuestras acciones, pues un corazón verdaderamente agradecido con Dios no tiene que perder la rectitud, aunque la tentación este cerca de nuestra mano y más aún cuando pasamos por tiempos de dificultad, se puede pensar que es conveniente caer en la podredura y es justo ahí cuando nos olvidamos que nuestro Señor nos pone a prueba.

Según el Pastor Mauricio Balmore de la Iglesia Bautista MIES, un líder religioso no debería ser corruptible puesto que la palabra de Dios dice que es irreprochable, sin embargo en un mundo lleno de tentaciones son seducidos por lo malo cuando no debería ser así. Nos habló sobre la progenitura y su precio que es la muerte de Cristo, el ser hijo de Dios es un precio tan alto que implica no caer en lo malo. Citó el ejemplo de Esaú, que vendió su progenitura por la riqueza y es que actualmente es lo que sucede con algunos líderes cristianos que ponen más énfasis en satisfacer las necesidades físicas que el mundo ofrece y como son seducidos por ojos de la carne; cuando lo más importante es la vida espiritual. Además añadió que algunos pastores resuelven con leer la Biblia y oración, pero para esto tiene que haber alguien a quien darle cuenta, sin esto hay quienes son más susceptibles al pecado y por ende al fracaso.

El Pastor, explica que hay pastores que son muy teóricos y/o filosóficos cuando se tiene que vivir la vida espiritual, no solo leer la palabra si no vivirla, que haya una renovación cada día con esto se dan pasos de fe, llenarse del Espíritu Santo, es lo que ayuda mucho. “Ante un posible acto de corrupción hay que huir, pues la integridad no tiene que ver con teoría sino práctica, a lo malo se le dice malo y a lo bueno se le dice bueno. Que lo que se predique lo sostenga con su vida ya que la cura para la corrupción es vivir el evangelio”.

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