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viernes, marzo 29, 2024

Educación cristiana ¿para qué?

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Por: Javier Domínguez // Pastor General Iglesia Gracia sobre Gracia

Nuestro país adolece de muchos males, violencia en todas sus expresiones, cinismo, inmoralidad, corrupción, y muchos otros vicios y manifestaciones de la depravación del hombre por el pecado. ¿Cómo avivar espiritualmente a El Salvador? ¿Cómo trabajar por la paz, prosperidad y el desarrollo que todos anhelamos para nuestro país? Probablemente a muchos les sorprenderá esta respuesta: a través de la educación cristiana.

La historia demuestra que la educación cristiana fue columna para los grandes avivamientos espirituales de la historia y trajo prosperidad en todas las esferas de la sociedad, en los países en donde la cosmovisión bíblica afectó las profesiones y vocaciones de los ciudadanos. Por el contrario, donde la educación dejó de ser realmente cristiana, el legado fue la decadencia y el oscurantismo. La principal contribución de la Educación Cristiana en la historia ha sido la vida y práctica del evangelio, en todas las áreas de la sociedad, y el consecuente e indiscutible bienestar social que eso conlleva.

La educación cristiana tuvo su origen en Dios. Luego de escoger a Israel como pueblo, les dio Su ley y el mandato de enseñarla, imprimirla, repetirla y meditarla junto a sus hijos todos los días. (Deu 6:6-7). Aprendían a leer para creer, el fin era que todos creyeran en Dios. Su Palabra debía entenderse, interpretarse y aplicarse en todas las esferas de la vida diaria. La educación tenía por método la memorización, el análisis, la interpretación, meditación y obediencia de la Palabra.

Ese modelo educativo se mantuvo a lo largo de los siglos, con algunas variaciones, siendo adoptado por la primera iglesia cristiana. En el Siglo V, la Iglesia Católica toma el control de la educación y la Biblia es sustituida por las ciencias humanas como eje y centro de la enseñanza; a partir de esto hubo un retroceso en la educación medieval.

En el s. XIII Dios recupera la Biblia en las aulas, la teología se estableció como la madre de todas las ciencias y base de todas las carreras profesionales, dando lugar a la Reforma Protestante del s. XVI. Este cambio en la educación, influenció, desarrolló y potenció la mente de los reformadores, cuando aún eran estudiantes. El poder transformador de la Reforma inició en las aulas.

Con la Reforma, la Biblia regresó a ser la única fuente de autoridad. Los reformadores la tradujeron a diferentes idiomas. Era enseñada academicamente, instruida, interpretada, memorizada; vino a ser el centro de la cosmovisión de cualquier vocación o profesión y el lente para interpretar la realidad Ellos comenzaron a fundar universidades, escuelas y academias de gran prestigio, aún en nuestros días, como Yale, Princeton y Harvard. Todo esto produjo más de 50 científicos e inventores cristianos que aportaron conocimientos de gran valor a la ciencia, biología, astronomía, medicina; así como alcaldes, legisladores y funcionarios públicos que trajeron un notable desarrollo a sus ciudades y países, que perdura hasta el día de hoy.

Contrario a esto, hoy vemos muchas instituciones educativas que centran su filosofía y currículo en la ciencia y el liderazgo, no en la Biblia. Como producto, nuestras sociedades están llenas de profesionales, trabajadores, políticos y empresarios sin temor ni conocimiento de Dios.

Dios estableció la educación para que creamos en Él. Solo cuando Dios es el principio que unifica e interpreta el currículo, la enseñanza no solo será para saber vivir, sino que instruirá para la eternidad. El objetivo de la educación cristiana es la fe, no solo el intelecto del estudiante.

Una educación en donde la Biblia no es el eje central es anti-bíblica y anti-Cristo. Educación cristiana no es “cristianizar” los conceptos humanistas y paganos acerca de todo, sino impartir sabiduría, ya que esta los librará del error, la ruina y perdición. Recordemos que la conducta depende de los valores, pero estos se forman de la cosmovisión con la que somos educados. Todo conocimiento separado de la sabiduría divina, se vuelve vicio y es vanidad.

La educación cristiana debe instruir para servir a Dios con todo el corazón, alma, fuerzas, y mente, generando personas capaces de hacer apología correcta de su fe y que su vez ejerzan un liderazgo genuino, una influencia de bendición sobre la sociedad, a través de una cultura que glorifique a Dios por medio de la ciencia, la familia, el trabajo, la política, etc. Como dice Pro 11:11 “Por la bendición de los rectos, prospera la ciudad, pero por la boca de los impíos, es derribada”.

Debemos recuperar la enseñanza de la teología en las aulas de colegios y universidades, haciendo de Cristo Jesús la llave de la interpretación curricular. Bajo esa visión trabaja Academia Cristiana Internacional, el colegio que Dios, por gracia, me permitió fundar junto a mi esposa hace más de 7 años. Un colegio bilingüe, con excelencia académica en las ciencias, educación artística de alto nivel para el desarrollo integral, pero sobre todo, con la Biblia como eje central de todo lo que se enseña y hace; eso nos ha llevado a ser el primer colegio en El Salvador con Bachillerato opción Bíblico teológico. Esto con miras a cumplir nuestra misión de formar jóvenes capacitados, al más alto nivel, que amen y teman a Dios, y busquen glorificarle en el lugar donde Él los coloque.

Cuando Dios es el principio que unifica e interpreta el curriculum que se enseña, entonces se formará, edificará y alimentará la fe, no solo el intelecto del estudiante; como consecuencia, la meta del estudiante será vivir su vocación o profesión para la gloria de Él, influenciando y bendiciendo su trabajo, empresa, cargo público, arte, familia, iglesia y nación.

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