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miércoles, abril 24, 2024

Iglesia salvadoreña ¿en quién confías? ¿en los gobiernos o en Dios?

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Por: Pastor Javier Dominguez – Iglesia Gracia Sobre Gracia

A lo largo de la historia podemos ver que todo gobernante, sin importar su ideología, país o momento histórico, promete en esencia 5 cosas: seguridad, prosperidad, paz, justicia y libertad…pero al pasar el tiempo, esas promesas y sueños generalmente se disuelven y transforman en amargos calvarios con resoluciones tristes y costosas para los países. Al menos así ha sido la historia de Latinoamérica: convulsiones sociales, pueblos sumidos por la violencia, la pobreza, el narcotráfico, dictaduras, corrupción, entre otros vicios que aquejan a nuestros países. Esto se debe a que hemos puesto nuestros ojos en el lugar equivocado, porque esperamos de hombres cosas que solo Dios puede dar.

Romanos 1:1-7 afirma que Jesucristo es el verdadero Hijo de Dios con poder, gobierno, fuerza y soberanía sobre todas las cosas; eso incluye a los gobiernos y las naciones.  Solo el Hijo de Dios con poder puede traer a una nación: paz, prosperidad, seguridad, libertad y justicia; ya que estas son bendiciones que Dios da a una nación que obedece sus mandamientos. Ningún político tiene tal poder. Hermanos, ya basta de esperar que la politica nos de lo que solo Dios nos puede dar.

Examinémonos ¿dónde estamos poniendo nuestra esperanza?

En la Biblia vemos ejemplos de lo que llamamos: idolatría al Estado. La idolatría al Estado sucede cuando las personas se someten a las autoridades políticas con la esperanza de prosperar, estar seguros y gozar de libertades. Es cuando confiamos en algún personaje político, sistema, ideología o partido como instrumentos que nos llevarán a gozar de una vida más justa. Olvidando que todas estas cosas son parte de las bendiciones que Dios promete dar a una nación que obedezca su Palabra, y cuya plenitud será hasta que Jesucristo, el verdadero Rey, Legislador, Juez justo, y Salvador, venga por segunda vez.

De hecho, una de las razones por las que Dios castigó a Israel con el exilio fue por la idolatría a sus gobernantes, en quienes habían depositado su esperanza para ser protegidos, prosperar económicamente y gozar de paz social (ver Oseas 7:11 y 8:4). Hoy sucede igual en Latinoamérica. ¿En quién realmente confiamos? hay muchas carencias y problemas que nos llevan a preguntarnos como el salmista: «Levantaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro?», pero lo que nos enseña la Biblia es que: «Mi socorro viene del SEÑOR, que hizo los cielos y la tierra” (Salmos 121:1-2). El Creador, Señor y Gobernador de las naciones es el único que tiene el poder de guardarnos, ese es Jesucristo. Por cuanto Dios nos creó, Él es el Soberano, por eso nuestro socorro solo puede venir de Él.

El evangelio nos predica que hay un solo Señor, un solo Gobernador de las naciones: nuestro Salvador Jesucristo. Como Rey, Él nos sustenta, protege, provee, defiende y consuela. Pues, a diferencia de los reyes de la tierra, Él es justo, bueno, bondadoso, veraz, confiable, íntegro, amoroso, perdonador, misericordioso. Por tanto, solo a Él debemos alabar, amar, buscar confiar y anhelar.  Hacer lo contrario no solo es pecado, sino que lleva a cualquier nación a la más triste condición de infortunios, injusticias y pobreza, por abandonar al verdadero y único Soberano, ¡Hijo de Dios con poder! (Leer Romanos 1:1-7 considerando el contexto cultural de adoración a los emperadores, a quienes se les llamaba “hijos de dios” y quienes tenían su propio evangelio que les exaltaba).

Como hijos de Dios debemos votar…pero con sabiduría

Comprendiendo que nuestra esperanza y socorro sólo viene del Señor, como hijos de Dios tenemos el deber de participar en la elección de nuestras autoridades, pero debemos hacerlo entendiendo el rol que les ha sido asignado por Dios, así como los límites en el ejercicio de su autoridad y poder; principios bíblicos definidos y desarrollados en el editorial “Un gobierno civil para la gloria de Dios”; publicado recientemente por este periódico. Retomando todo esto y de cara al ejercicio electoral que se llevará a cabo en los próximos días, quiero compartir una aplicación práctica de las verdades bíblicas desarrolladas en el editorial mencionado, de donde extraeremos 7 principios para ejercer el voto y elegir a nuestros gobernantes con sabiduría:

  1. Enfóquese en las propuestas políticas. Pregúntese, por ejemplo: si sus propuestas apoyarán y defenderán la vida y la dignidad del ser humano en cualquier circunstancia. Si reprimirán la maldad social de manera realista. Si proponen mejorar el mecanismo de control en el uso del dinero público. Si defenderán la propiedad privada como derecho fundamental. Si la propuesta educativa promueve la enseñanza de la vida según el orden creado por Dios o busca enseñar ideologías contrarias a ello.
  1. La propuesta de gobierno ¿estorbará o no al evangelio? Romanos 1 afirma que la ira de Dios está sobre las naciones cuyos gobernantes detienen con injusticia la verdad. Pregúntese si ellos defenderán la libertad de la iglesia o si promoverán otras religiones contrarias y violentas contra el evangelio. Oiga lo que dicen, pero también lo que no dicen.
  1. Observe la ideología de cada candidato de cara al futuro. Rechace enfáticamente a candidatos y a partidos con énfasis autoritarios o totalitaristas que creen que el Estado debe intervenir o controlar a las familias, la iglesia, la escolaridad, el arte. Esferas en las que Dios ha delegado autoridades distintivas.
  1. Rechace candidatos o ideologías afines a perpetuarse en el poder. Vote por candidatos comprometidos con defender la democracia y la alternancia en el poder. Dios ha designado autoridades temporales, la única autoridad eterna es Dios.
  1. No se enfoque en el carisma o imagen de los candidatos. Estamos en una época en donde la estética es la nueva ética. Una buena vestimenta o imagen moderna se considera que habla del carácter de la persona. Considerar a un candidato por su sola popularidad, sin tomar en cuenta su pasado, hechos buenos y malos, su integridad y vicios, es totalmente ingenuo. Por eso, observe quiénes lo rodean, su coalición y el pasado de cada uno de ellos.
  1. No vote por algún partido, solo por tradición, sino discierna sus hechos pasados
  1. Vote para la Gloria de Dios. Analice sus verdaderas intenciones personales. ¿Votará para castigar a alguien? ¿Votará para sus propios beneficios o por amistad? ¿Votará sin examinar todo lo anterior? Lo que hacemos demuestra lo que hay en nuestro corazón, incluso el criterio para votar. ¿Votará para que Dios sea glorificado lo más que se pueda? Cómo cristianos, debemos defender la fe, la voluntad de Dios. Recordemos las palabras de Jesucristo «Mi reino no es de este mundo». Busquemos la gloria de Dios.

Si hemos puestos nuestra esperanza en hombres, ideologías y sistemas, arrepintámonos. Hermanos pastores, dejemos de buscar alianzas, favores, protección o beneficios en candidatos o gobernantes. El único que puede levantar a nuestra familia, a nuestra iglesia y a nuestra nación es Jesús. Iglesia salvadoreña, abre tus ojos a Cristo, dale tu corazón solo a Él.

 

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