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viernes, marzo 29, 2024

Aclara tu mente antes de decidir

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Iniciando un nuevo año es prudente antes de la toma de decisiones hacer un análisis de las cosas para no correr cuando hay que caminar. Conectar las emociones con las decisiones es como querer conectar el televisor a un balde de agua, no va a funcionar, el televisor se conecta a la electricidad, las decisiones se conectan a la cabeza, y si lo queremos ver en un plano espiritual es mejor conectarnos con Dios y darle el primer lugar antes de dar un paso.


Los planes bien pensados: ¡pura ganancia! Los planes apresurados: ¡Puro fracaso! (Proverbios 21:5). ¿Somos reactivos o previsores?, improvisar es la salida de un neófito, hacer las cosas a última hora es la respuesta de la mediocridad, y reaccionar en lugar de planificar es el impulso de un falto de visión, con carencia en el liderazgo. Muchos tienen talentos grandes pero malos planes que echan a perder tanto talento.


Si alguno de ustedes quiere construir una torre ¿acaso no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla?. De otra manera, si pone los cimientos y después no puede terminarla, todos los que lo vean comenzaran a burlarse de él (Lucas 14: 28-29). Aquí es donde radica el mal de conectar las decisiones con las emociones, a veces queremos que los demás paguen nuestros errores, o peor aún, presionar para que otros financien nuestras malas decisiones, cuando vemos claramente consejos prácticos plasmados en las escrituras que nos orientan a tener una mente clara antes de ejecutar.


Si estamos claros en el propósito de Dios debemos caminar, emprender, avanzar, pero nunca acelerar los tiempos de manera que aquello que hoy vemos como un logro después se convierta en el mayor tropiezo y carga que nos impida el crecimiento y nos deje peor que cuando empezamos. La planificación es una herramienta eficaz para saber hacia dónde orientar las velas del barco para que no se hunda cuando se navegue en altamar. “Porque yo sé los planes que tengo acerca de ustedes, dice el Señor, planes de bienestar y no de mal, para darles porvenir y esperanza (Jeremías 29:11). Debemos esperar lo mejor de quien nos hizo, quien no improvisa y tiene trazados los planes para nuestra vida, a su vez debemos aprender a actuar de igual forma con pericia, estrategia y equilibrio para que ese porvenir de bien y esperanza pueda cumplirse fielmente en nuestras vidas sin salirnos del proyecto de Dios para con nosotros.


Este 2020 no se trata de hacer una lista que al final del año si acaso se cumple uno de los muchos puntos que se anotan en ella, hasta para esos puntos de la lista se requiere planificación de cómo hacer para lograrlo, si es viable o es un deseo hueco, pero también hay que entender que ciertas cosas requieren sacrificio para ser logradas. Nadie llegó jamás a la cima sin antes tener el ejercicio correcto para tener la condición adecuada para afrontar el camino por transitar. Gracias por correr la milla extra juntos, seguimos anunciando las buenas nuevas.

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