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jueves, marzo 28, 2024

Betesda

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“…Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos. En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos…Cuando Jesús lo vio, le dijo: ¿Quieres ser sano?” Jn. 5:2.

“Pues mire usted: yo no necesito ir la iglesia para que Dios me oiga. Aquí, solito en mi casa lo adoro, le hablo y Èl me responde. Yo no tengo por qué estar metido con ese montón de…”

Esas son las excusas de muchas personas que dicen que son cristianos cuando se les pregunta donde se congregan. Levantan el escudo para defenderse y expresar el sofisma de que son seguidores de Jesus el Señor. Son evangélicos que no han entendido la importancia de congregarse. De tener comunión con otros hermanos para verlos, observarlos y aprender de ellos, así como para aportar también sus propias experiencias espirituales para que sirvan de parangón para otras vidas y para aumentar la fe en los creyentes.

Betesda es un ejemplo claro de lo que debe ser la congregación. Claro, estoy hablando del principio Pardes para poder comprender este pasaje desde otro ángulo.

Porque este es uno de los pasajes màs discutidos por los judìos y enigmáticos para los cristianos. Unos porque no creen que los àngeles hagan milagros, solo Dios. Estamos bien. Los segundos porque no buceamos en la profundidad del texto lo que la Escritura quiere enseñarnos, que es mucho lo que tiene que decirnos.

Hoy es tiempo de estar en casa. Algunos que habían asistido a la iglesia ya sea como miembros o simples asistentes, es posible que ya no regresen o les cueste volver a retomar sus rutinas religiosas. Ese es el peligro de estar aislados. Hay una teoría médica que dice que debemos estar unidos para que los virus y las bacterias de los otros me invadan para ayudar a mi organismo a crear anticuerpos para que me curen. Eso aplica también a la fe. Necesito estar en unidad con otros, platicar, relacionarme con otros para que su fe me invada y me ayude a crear los anticuerpos espirituales para mantenerme en la ruta correcta de creer en el Dios que nos ayuda a todos. Solos no vamos a poder. Nos quedamos vulnerables.

Si usted es uno de los que se esta enfriando en su relación con otros hermanos, corre un grave peligro. Si usted está aprovechando que no hay reuniones en la iglesia y cree que está mejor así, le tengo malas noticias. Usted no podrá soportar mucho tiempo para mantenerse firme en su fe en Jesus, ya que estar en Betesda lo hace ver a otros que están esperando el “movimiento” del Espíritu Santo para que puedan alcanzar su sanidad física y espiritual, y eso lo motivará a esperar también el milagro que necesita.

Jesùs, cuando llegó a Jerusalem para la fiesta de aquel entonces, lo primero que hizo fue visitar el estanque en donde estaban los enfermos esperando un milagro. Èl no visitò el hogar del paralìtico. Lo buscó en donde debía estar. En el estanque. Usted sabe lo que sucedió. Por lo mismo, usted debe saber que si no regresa al Estanque que hoy es la iglesia, no podrá alcanzar su sueño. ¿Quiere ser sano? Venga al estanque en donde estamos todos los que necesitamos un milagro de sanidad, de prosperidad, de salvación, de liberación y de vida abundante. Así de simple.

¿Quiere consejería para su matrimonio? Vaya a la iglesia, allí encontrará el consejo que necesita para arreglar cualquier cosa que le esté afectando. ¿Quiere conocer màs su propia naturaleza humana que le fastidia tanto? Vaya a la iglesia. No se quede en casa haciendo su propio culto privado. ¿Quiere saber como educar a sus hijos? Vaya a la iglesia y que el pastor le instruya como ganarlos para Cristo. Es en Betesda en donde estamos los que necesitamos ser enseñados, instruidos y -como dijo Pablo-, estar unidos con el resto del cuerpo.
Y, querido hermano pastor: ¿Quiere tener verdaderos amigos que le digan la verdad, que le enseñen los misterios del Reino de Dios, que le den una palmada en la espalda cuando desmaye, o un regaño cuando se lo gane, si quiere tener verdaderos compañeros de viaje que le ayuden con su bagaje y le alivien la carga, vaya usted también a Betesda. Allí encontrará a los que están esperando como usted, una revelación íntima y personal del Reino de los Cielos. Allí encontrará a los Nicodemos que quieren saber màs de Jesus.

Si no va a Betesda no hay trato. Lo siento mucho.

SOLI DEO GLORIA

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