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sábado, abril 20, 2024

Así se llama mi país

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Por: Pastor Otoniel Alvarado | Casa Emanuel Para Todas Las Naciones


“y hare de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición…y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” Gn 12:2,3.

Cuna de soñadores
No dejamos de soñar. Las adversidades, los conflictos e incluso las crisis no han podido apagar las estrellas en donde hemos puesto nuestros ojos desde niños. Creemos en los imposibles, y en el hacedor de maravillas.

La Nación de los Valientes
La valentía es nuestra consigna, hacemos cosas por primera vez, sin temor a fracasar, y si fallamos, simplemente lo volvemos a intentar. Nos secamos las lágrimas una y otra vez, y levantamos nuestras cabezas para seguir luchando por nuestras familias.

El lugar de los nuevos comienzos
Somos como el ave fénix, que de entre los escombros y cenizas nos levantamos una y otra vez para volver a comenzar. No lloramos por el pasado, ni nos quejamos del presente. Nos anclamos al futuro y caminamos rumbo a nuestro destino deseado.

El país de los Gigantes
En el país más pequeño de América se crían las personas más grandes. Grandes en valentía, fe, trabajo, perdón, felicidad, agradecimiento, y coraje.

Tierra deseable
Los inversionistas extranjeros de todas las partes del mundo, quieren sus empresas en nuestro país. Ellos saben que aquí tendrán éxito. Que es un trozo de tierra buena, y que todo lo que se siembra aquí, prospera abundantemente.

Habitación de Dios
Somos uno de los territorios más poblados de cristianos, hay miles de iglesias y millones de hombres y mujeres de Dios. No cabe duda que toda nuestra tierra está llena de la gloria de Dios.

El corazón de América
Nuestro país está en el centro de todo el continente. Somos el corazón de América. Y desde aquí bendecimos a Israel y a todas las naciones de la tierra.

El territorio de los conquistadores
Después de ser conquistados, pasamos a ser conquistadores. No hay ninguna parte del mundo donde no viva un salvadoreño. Hemos llenado las naciones, y somos conocidos como las personas más luchonas del mundo. Grandes negocios y empresas ahora son de salvadoreños.

La ciudad de la alegría
Hemos aprendido a sonreír, en medio de balas, terremotos, y huracanes. Las más grandes tristezas y ausencias no han podido silenciar nuestras carcajadas. Lloramos un momento, pero al instante nos reímos de la calamidad.

El pueblo más afortunado
No creo que halla en el mundo un país donde no falte nada en un mismo terruño. Montañas, volcanes, ríos, lagos, playas, centros comerciales, pueblos, ciudades y todo a pocos kilómetros de distancia. Nuestra más grande fortuna es Dios. A tal grado que escrito está en nuestra bandera las frases: Dios, unión y libertad.

No maldigas tu país. Si te cuesta creer todo lo anterior eres extranjero y no salvadoreño. La iglesia cristiana debe ser la que más debe de bendecir y orar por nuestra nación. Proclamemos el nombre de Dios en nuestra nación. Siéntete gozoso de tu tierra y orgullosamente declara “así se llama mi país… igual que el Dios en quien creemos: El salvador”

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