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martes, diciembre 24, 2024

Los cristianos y la política

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Por Mario Vega / Pastor General Misión Cristiana Elim

¿Es Dios el soberano solo de la iglesia o de todas las naciones? ¿Le interesa solo quien canta y ora o toda decisión que se toma en un país? Estas preguntas resumen la esencia de la cuestión de la relación de los cristianos y la política. Si Dios gobierna sobre todo y su iglesia debe ser la expresión más acabada de su voluntad ¿no es entonces parte inevitable de la misión de la iglesia hablar en nombre de Dios frente a cada coyuntura política? Si las respuestas a estas preguntas son tan básicamente evangélicas ¿por qué los cristianos muestran una predisposición a acobardarse y a ser infieles a Dios cuando de política se trata? La respuesta no es una sola, pero algunas de las razones son las siguientes:

En primer lugar, el hecho de que las primeras iglesias evangélicas en El Salvador fueron fundadas por misioneros europeos y estadounidenses. Su conducta como pioneros ejerció una influencia en el modelaje de la práctica evangélica. Siendo extranjeros, se abstenían de emitir juicios sobre política criolla y, así, infundieron la tendencia a pasar completamente por alto la responsabilidad social y política de los cristianos. En segundo lugar, el hecho de que las primeras iglesias fueron definitivamente una minoría en un ambiente férreamente hostil. A pesar de que la constitución reconocía la libertad de culto, muchos funcionarios usaban su poder para perseguir a los evangélicos y, en ese ambiente, la prioridad era la supervivencia y lograr el respeto a su derecho de conciencia. La situación de minoría les colocaba en una condición de debilidad social que postergó por completo el aporte que podían ofrecer como ciudadanos. En tercer lugar, y esto como consecuencia de lo anterior, las iglesias terminaron elaborando una teología que enfatiza el escape hacia el otro mundo. Frente a una sociedad hostil, la alternativa consoladora fue que el cuerpo podía ser encarcelado o apedreado, pero no el alma. Lo importante era la condición del alma por arriba de todo, incluso de la salud física. De esa forma, las enseñanzas se volvieron espiritualistas, enfocadas en lo invisible y ajenas en absoluto a la acción social y la política.

Pero ahora nos encontramos en una nueva situación en la que cesó la persecución religiosa y la iglesia evangélica es parte reconocida de la sociedad. Es una nueva condición en la que el compromiso político de los cristianos debe ser reflexionado y asumido. Pero, todavía hay aquellos que, de manera irreflexiva, siguen pensando que el rol de los pastores y los cristianos es solo hablar del pecado y su perdón, renunciando del todo a su posición de ciudadanos. Lo cual, solo se puede lograr renunciando a ser fieles a ese Dios quien es Señor no solo de la iglesia sino del mundo entero y de lo que en él ocurre. Que tiene interés en que su voluntad sea dada a conocer a los políticos y a los gobernantes, aún cuando no les agrade a ellos o a sus seguidores. A semejanza de Juan el Bautista, quien señaló la injusticia de Herodes y terminó siendo decapitado por razones políticas. Hoy, los evangélicos dirían que por meterse donde no debía. Pero Jesús dijo que por ser santo y firme. Algo no compagina entre lo que Jesús espera de los creyentes y lo que ellos han optado por comodidad, cobardía, o peor, por intereses partidarios. De nuevo, es tiempo de arrepentirse y volver a la fidelidad hacia el Señor de todas las cosas que desea que su voluntad se haga, como en el cielo, así también en la tierra.

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