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lunes, diciembre 23, 2024

¿Qué podemos esperar en 2021?

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Por: Mario Vega | Pastor general Misión Cristiana Elim

Mientras bebemos el calostro del nuevo año experimentamos perplejidad y prudencia sobre lo que podemos esperar de las dramáticas condiciones de sanidad y amenazas a la democracia que nos asechan. Los saludos postreros y sinceros de un 2021 de paz y prosperidad nos dejan en claro que el deseo de los amigos es que habiendo volteado la hoja del calendario podamos iniciar una etapa diferente. Pero al valorar la insobornable realidad e intentar calcular las posibilidades de prosperidad nuestra imaginación se sume en un embarazoso silencio. Sin ser profetas, solamente nos queda echar mano de los recursos de la razón para construir una base para la esperanza. Hay, al menos, dos elementos que debemos tener en cuenta. El primero es la naturaleza de la historia, la cual no siempre es lineal. En ciertos momentos la complejidad aumenta, se acumula la energía que proviene de las dinámicas sociales y estalla en una ruptura que desestructura lo antiguo y hace que irrumpa lo nuevo con fuerza seminal. Son transformaciones que introducen cambios dramáticos y apresuran eventos que se creía tardarían muchos años. Tiempo e historia son indetenibles, los procesos ya marchan, se quieran o no, y asoman los nuevos escenarios. De forma irreverente, surgirá un nuevo ámbito en la sociedad y nacerá un horizonte de esperanza.

La situación actual presenta los síntomas que han acompañado los aprendizajes y los cambios de la historia nacional y regional. Esos cambios se manifiestan en vestido de crisis y colocan a la sociedad ante encrucijadas que destruyen un orden e inducen la aparición de uno nuevo. ¿No estamos al final del callejón por el que nos condujo el pragmatismo separado de la ética? ¿No es la actual etapa miserable la última de las posibilidades del clientelismo? ¿No es la oportunidad para que nazca una manera nueva de servicio en lo público? Un nuevo estado de conciencia está emergiendo, crítico y exigente. Nos precede el ocaso de los populismos extranjeros y nos enseñan que, al final, los pueblos reúnen la fuerza para recuperar la cordura. No puede faltar la esperanza cuando se comprende la idea de proceso. La historia aún continúa.

El segundo elemento de esperanza es el hecho de reconocernos como parte orgánica de algo mayor. La totalidad en la que residen relaciones de dependencia de diversos niveles y afectación mutua. Cada individuo es importante dentro de la inmensa corriente de energía y vida. Los sistemas pueden ser caóticos y, por lo tanto, domina en ellos la imprevisibilidad. Pero, como un todo, están sometidos a leyes matemáticas susceptibles de ser descritas, aunque su comportamiento específico no puede ser previsto. Las mínimas modificaciones pueden ocasionar grandes cambios. Es el “efecto mariposa” que esta latente en cada uno de nosotros y que puede desencadenar un proceso cuyo efecto será una inconmensurable transformación en la historia.


Es el cansancio de una tarde de Rosa Parks que la llevó a negarse a ceder su asiento a un blanco y que produjo la reacción de millones en la lucha por los derechos civiles. Nadie puede predecir lo que una acción, por pequeña o ignorada que sea, puede producir en la dimensión de lo social. Cada pequeño gesto y movimiento es una apuesta de resultados impensables. Nuestro tiempo está inscrito dentro de estos procesos y nuestra negativa a doblegarnos crea la única esperanza posible.

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