En un primer momento esta frase parece ir contra la igualdad que tanto proclama
nuestra actual democracia, pero no debemos leer con ligereza sino comprender lo
que la palabra de Dios nos dice. En este caso no conviene a quien desprecia la
sabiduría el tener muchos bienes debido a su falta de sensatez para conducirse, y
esto implica también que no tiene la capacidad para gobernar a otros. Es decir, una
persona que no está preparada para dirigir a otros causará serios problemas si llega
a tener autoridad. Pero en cuanto a que pueda cambiar el estatus de una persona,
recordemos que nuestro Dios dice que Él hace subir al pobre y lo hace sentar con los
príncipes de su pueblo. Y tú ¿sabes si tus candidatos reúnen las condiciones para el
trabajo que tienen por delante? Recuerda, vive con sabiduría en acción.