Entendemos por una generación, un ciclo, un periodo que lleva lo mejor y lo peor de la humanidad, y las acciones y omisiones que pertenecen a esa generación, las decisiones que tomen. En el ocaso de una generación ya esta lista el alba de una nueva, el periodo complicado es cuando hay una transición sin tomar en cuenta lo que la generación anterior ha hecho, en lo bueno y en sus errores para seguir construyendo o para no cometer los mismos.
Estoy claro que desde la perspectiva pastoral venimos de una generación que quebró la brecha entre la ausencia total de cristianismo y la relevancia que ahora pueda tener la fe en El Salvador, pero eso no quita que existe una generación joven, soñadora, encaminada, que está haciendo su parte.
Invitar a los mayores a que siempre apuesten y apoyen a las generaciones que están creciendo, jamás verlos como competencia, sino que por el contrario ver cómo nos estamos reproduciendo en lo que creemos y predicamos. Este es un tiempo interesante para las nuevas generaciones, es un tiempo donde debemos avivar sus sueños y su fe, encuentro personas que les gusta ahogar los sueños de otros, disminuyéndolos, obstaculizándolos; siempre he creído que si es de Dios va a prosperar, y si no es de Dios no va a funcionar, pero no estoy yo para decirle que no lo haga, o deténgase, alrededor de los proyectos y propósitos.
Estamos en una época donde vemos una nueva generación tomando el control, en redes sociales, en posición, si algo a mí me preocuparía es que se levanten grupos arcaicos, anacrónicos, que quieran que sus acciones funcionen como lo asimilaban. Esta es una generación más introvertida, no es tanto de eventos masivos, esta es una generación que no participa mucho de la colectividad, pero es muy genuina en el vinculo directo, por ejemplo: si yo le digo a esta generación vamos a un evento probablemente no les interese, pero disfrutan la conversación de dos o tres personas, y aquí es donde debemos de aprender a jugar en la cancha de ellos para potenciarlos y no obligarlos a que jueguen en la nuestra.
Muchas de las cosas que nosotros consideramos como absolutas o correctas, fueron hechas con columnas y bases que ya no existen, la ruta correcta fue fundamentalmente buena pero ya no existe la estructura en la que fueron hechas, es distinto, cada generación encuentra su camino y su fundamento, es un error pensar que esta es una generación apartada de Dios, interpreta a Dios distinto de como yo lo interpreté o como lo interpretan mis padres, pero no es apartada, en las iglesias hay mucho joven, hay nuevas generaciones que están disfrutando y que son más honestos y genuinos en su cristianismo y no cargan la hipocresía moral que mi generación probablemente tuvo, son más honestos consigo mismos.
Es importante superar la incertidumbre de las generaciones anteriores, este no es un punto de quiebre para la iglesia, es para la humanidad, a veces siento que sobredimensionamos las cosas, si viéramos de arriba hacia abajo, probablemente veríamos cuan pequeña es la crisis de transición.
Tengo mucho tiempo tratando de entender a esta nueva generación, lo definió tan bien Juan El Bautista cuando dijo: “Es necesario que yo mengue para que el crezca”, ese mengue para que el crezca necesita de la consideración que nuestro ciclo no ha terminado, mi generación todavía tiene camino por recorrer, pero tenemos que saber que a la par nuestra, con el mismo fin y con la misma meta, corren ministerios y ministros jóvenes, soñadores, que tienen incertidumbre, si usted me pregunta ¿Cómo lo hicimos otros? Yo no sé, no tenía las herramientas, la actitud si, pero las herramientas no, y Dios nos ha permitido avanzar porque es en Él.
Es importante para la generación que está emergiendo ir contando, dejando legado, para que cuando ellos tengan un problema conozcan la incertidumbre de las generaciones anteriores, y nos toca a nosotros ser los rompe brecha para que ellos puedan considerar sus opciones, creo fielmente que nos toca a nosotros abrirles paso.
