Los últimos tres días han sido sumamente inquietantes, sobre todo considerando como en redes sociales de manera irresponsable se han producido muchas notas que han generado incertidumbre y temor. No pretendo desmeritar el peso a la tragedia que ha sucedido en cuanto al alza de crímenes en nuestro país, sin embargo, lo único rescatable de esto, es darnos cuenta en un espejo, que tipo de sociedad no queremos ser.
Hace pocos años atrás, este era el pan diario de El Salvador, vivimos por décadas con altos índices de muertes violentas viéndolo como algo normal, algo que parecía estábamos condenados a vivir como sociedad, la muerte, el dolor y la sangre inocente derramada.
Los pronunciamientos ante el tema es una clara muestra de una sociedad que ha renunciado a aceptar como normal el asesinato de salvadoreños, se ha despojado de los grilletes de pensar y creer que no existen más alternativas, porque ha conocido otra cara de la moneda en nuestra historia más reciente, al punto de tener días con cero homicidios.
Si bien es cierto, aun debemos transitar nuevos caminos para superar las diferencias abismales entre lo social, económico, educativo y otras aristas, no puedo dejar de establecer cuán importante es ubicarnos en este punto que ha existido un cambio de rumbo, por ello muchas vidas se han salvado, es que no hace mucho vivíamos con luto, y era visto como normal, pero hoy al aprender a vivir alejados de crímenes de una manera tan constante, nos damos cuenta lo horrendo que era, y no lo queremos para nosotros, ni para nuestros hijos.
