Hebreos 5: 7-10
Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen; y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.
¡Observa como Jesús oraba!: con gran clamor y lágrimas Al que le podía librar de la muerte.
La oración es el medio para pedirle a Dios, que haga lo que no podemos hacer. Por medio de la oración expresamos al Señor nuestros sentimientos más profundos, en momentos de aflicción, angustia, intercesión, alabanza, gratitud, etc.
¡No nos cansemos de implorar al Señor su misericordia, auxilio, favor y bendición!
No olvides orar por todo y para todo. Cuando con sinceridad y con “temor y temblor” (Salmo 2:11 y Filipenses 2:12) nos dirigimos al Padre, hacemos una genuina demostración de humildad y rendición ante Él. Le estamos diciendo que lo necesitamos y que ¡SIN EL NO SOMOS NADA!
Algunas situaciones de prueba, en las que debes orar de inmediato:
- ¿Estás problemas? Ora y conócelo como tu Dios Ayudador.
- ¿Tienes deudas o estás sin empleo? Ora y conócele como tu Dios Proveedor.
- ¿Estás bajo adicciones o pecados ocultos? Ora y conócelo como tu Dios Libertador.
- ¿Tienes heridas emocionales o raíces de amargura? Ora y conócele como tu Dios Consolador.
- ¿Tienes que tomar decisiones difíciles? Ora y conócele como Dios Guiador.
- ¿Padeces enfermedades o dolencias graves? Ora y conócele como tu Dios Sanador.
…Y así en muchas situaciones más, ¡SOLO CLAMA A TU CREADOR Y SEÑOR!
