Por: Luis Medina | Director La Prensa Cristiana
Uno de los más grandes desafíos para mantener la concentración y poder desarrollar las responsabilidades de una forma oportuna y adecuada es hacerlo sin interrupciones, pero ¿Es acaso eso posible? Muy probablemente la respuesta es sí, aunque no siempre, sin embargo, al trasladar esto a nuestro plano existencial y sentido de la vida, surgen muchas interrogantes y cuestionamientos referentes a si estamos transitando el carril correcto o si estamos avanzando en la dirección equivocada, acelerar no es sinónimo de avanzar.
Accidentarnos no es nada difícil porque cada día surgen desafíos y obstáculos que debemos superar, es que la vida es muy parecida a un videojuego, donde cada nivel supone mayores obstáculos, sin perder de vista que también mayor experiencia, y eso por supuesto ya genera un balance, equilibrio por el cual debemos trabajar de mantener.
No existe una vida sin interrupciones, y tampoco podemos ser ajenos a todas las interrupciones que nos llegan, es que los problemas en si mismo ameritan clasificación para saber cuándo invertir fuerzas y cuando no, no todas las batallas son nuestras, no todos los problemas es nuestra responsabilidad resolverlos, de lo que debemos tener mayor cuidado es de no ser nosotros los creadores de incendios, de los cuales después no tenemos ni la menor idea de cómo apagarlos.
No se trata de frustrarnos por aquello que aún no se ha logrado, sino de tomar fuerzas, respirar profundo y proseguir hacia la meta, las historias que trascienden no se cuentan desde el anonimato, ni tampoco desde el olvido, se cuentan desde la cercanía con la perseverancia, de ver cara a cara a los bemoles y cercenar todo desprecio, para forjar con ahínco un mejor mañana.
