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jueves, marzo 20, 2025

El modus operandi

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Según la Real Academia Española “modus operandi” se refiere a la manera especial de actuar o trabajar para alcanzar el fin propuesto. Esto me hace cuestionarme ¿Cuál es la forma en la que actuamos para alcanzar nuestros fines?

Muchas veces en acciones u omisiones nos volvemos repetitivos, y eso va marcando nuestra forma de ser o tratar a los demás, y como cual hombre araña vamos lanzado telas por todos lados, mismas de las que muchas veces terminamos enredados.

Me refiero a la personalidad, en algunos casos de victimización constante, en la que siempre los demás son los malos y yo soy el bueno, en la que yo no tengo la culpa, sino que los demás me quieren hacer daño o hacer quedar mal a mí, en la que me formo películas dignas de Netflix, donde todo mundo está en mi contra, y así pasan los días, las semanas, los meses y el tiempo, entonces los años no van creando sabiduría, solo edad.

Bien se refería Jesús cuando dijo que seamos como niños, en su naturaleza el niño no es desconfiado, somos los adultos los que por “protección” les enseñamos a ser así, el problema es que el infante no tiene en ese momento la capacidad de determinar quien tiene buenas intenciones y quien tiene malas, entonces su manera de blindarse en adelante es desconfiar de todos, y así hemos cauterizado su forma de ser y ahora desconfía hasta de su sombra; similar nos pasa a los adultos, una mala experiencia se vuelve la regla y no la excepción, pregonamos la fraternidad pero queremos a los demás lejos de nosotros, pregonamos el amor pero en la primera oportunidad que tenemos utilizamos de escalera a nuestro prójimo, bajamos del barco a cualquier “amenaza” y seguimos navegando sin su compañía, pregonamos de fidelidad pero recién sale la persona de la reunión y comenzamos a hablar de él, gritamos a los cuatro vientos tener menos posibilidades para lograr piedad de quienes poseen más, eso mis amigos se llama modus operandi.      

No se trata de darnos golpes de pecho, tampoco se trata de enclaustrarnos, se trata de tener la capacidad de identificar nuestras falencias y superarlas. Eso sería el equivalente a morir a nosotros mismos, por poético que suene, cuesta horrores, pero si se logra, entonces pasamos a responder con integridad a nuestro llamado, por encima del ser, dando relevancia a la acción más que a la función.

Muchas veces se libra una batalla entre la esencia y los requerimientos sociales, donde el individuo puede verse envuelto en un abandono de su identidad para encajar en un espacio en específico, pero en realidad la expresión que el fin justifica los medios no seria más que un índice de debilidad donde la persona es incapaz de hacer las cosas bien para disfrutar con honores el resultado, la razón es que hacer las cosas bien no acorta el camino, por el contrario, lo hace más largo, y eso es a lo que muchos le temen, trabajar, trabajar, avanzar, avanzar, dar un paso a la vez, escalar, escalar, y después poder gritar a todo pulmón: “Eben Ezer”, hasta aquí nos ayudó Jehová, las cosas se resuelven de dos formas: las resuelvo yo o dejo que Dios las resuelva”, pero a mi manera no siempre saldrán bien, a la manera de Dios siempre saldrán bien ¡Garantizado!

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