Por el Pastor: Pai Otoniel Alvarado|
Iglesia: Lirios del Valle Central
¿Y el libro que te di?
Te di un libro y aun no lo has leído.
Lo plagué de historias extraordinarias, lo diseñé ultra atractivo, pero ni aun así capta tu atención.
Puse tu nombre atrás de las letras, para que al leerlo lo descubras.
Allí tatué promesas eternas, que superan la vida y la existencia misma.
Narro mi amor por ti en cada párrafo y relato la máxima historia de amor de todo el universo.
Puse respuesta para todo. Lo diseñé para que cada día escuches mi voz mientras lees.
Me demoré miles de años para finalizarlo, calculando el tiempo perfecto para que llegase a tus manos.
Desde el cielo me alegre cuando aprendiste a leer, porque sabía que leerías mi libro.
Fue hermoso oírte memorizar textos, y subrayarla mis líneas sagradas.
Pero creciste, y junto con ello te llenaste de tantas actividades, tareas, trabajos, vacaciones, ocios y fiestas. Y Así fuiste abandonando mi libro.
No te imaginas la fea sensación que siento, al ver el libro que te di empolvado, abandonado y reservado para solo los domingos.
Las paginas se han comenzado a pegar, y tu memoria a empañar,
Oírte recitar un verso de vez en cuando me hace sonreír.
Ver como me pides que te hable, teniendo mis pensamientos al alcance de tus manos me entristece.
Y ahora te pregunto ¿Qué has hecho el libro que te di?
Me interesa que lo tengas guardado en tu corazón, y fresco en tu mente. Pero no te olvides de las paginas divinas. En ellas saltaran las letras que necesita tu alma.
El libro sagrado es tu mejor compañía y tu mejor acompañante.
Contiene bálsamo para tu mente cansada y ungüento para tu inquieto corazón.
Es la luz para tus senderos oscuros y abrigo para las noches frías.
Vuele a leerlo, vuele a abrazarlo.
Eres responsable del libro que te di.
Si lo lees, lo vives y obedeces, te escribiré a ti en otros libros.
Uno de ellos es el libro de las menorías y el otro el libro de la vida.
Así que, si amas mi libro, prometo escribirte eternamente en los libros celestiales.
Pero ahora te pido cuentas del libro que te di.
El mismo libro que te salva también te condena.
Toma en serio este llamado.
Y vuelve a leer, el libro que te di.
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