Lucas 12:17 “Y pensaba dentro de sí, diciendo: «¿Qué haré, ya que no tengo dónde almacenar mis cosechas?”
Hace años publicaron una canción que decía más o menos así: “porque el que guarda siempre tiene…” Y esa frase no es propia del autor de esa canción sino que es un viejo adagio de los abuelos de los abuelos que la usaban como advertencia de que no había que gastarse todo el dinero que se ganaba. Trataban de esa manera, incentivar el ahorro personal. Y eso era bueno. Lamentablemente, la no cultura del ahorro ha hecho que muchas familias pasen penurias porque después del día de pago se van a los banquetes, invierten todo su salario en cosas materiales que a veces no son lujos suntuarios pero innecesarios para la vida diaria, luego caen en deudas y empieza un círculo vicioso de cobrar-pagar, cobrar-pagar hasta que el cuerpo ya no aguanta. O el banco.
Hoy estamos viendo esa misma situación en la vida de muchos cristianos. Cuando escribo esto, estamos en plena fiesta de Pascua. Las calles ya están vacías de automóviles. Las iglesias ya están vacías de creyentes (por lo menos las evangélicas) porque casi todo el mundo se ha ido a las playas, los centros comerciales casi están vacíos, esperando todos a que les den el feriado de la temporada para hacer lo mismo: Salir de la ciudad y asolearse un poco, gastarse lo poco que tienen y luego regresar al préstamo para salir con los gastos de fin de mes.
Ojo: No estoy criticando estas acciones. Las pongo en blanco y negro porque me sirven para presentar el siguiente escrito como una pequeña enseñanza que nos dejó nuestro Maestro el Señor Jesús.
Porque el hombre de la parábola de Jesús no pensaba eso. Según la historia, este hombre estaba en la otra esquina de la cuadra. Tenía un grave problema interno que se manifestaba externamente. Como suele suceder, todo lo que tenemos dentro de nosotros se hará notorio por fuera. Es por eso que la falta de santidad no está ubicada en el exterior. Está en el interior como dijo el Señor, del plato y luego se hace ver en el exterior. Un mal carácter se mostrará en frutos de lenguaje violento, vulgar y en acciones abusivas.
En esta paràbola el Señor nos está dejando una lección oculta con respecto a este hombre. Según los estudiosos de la conducta humana, el hombre es el ser vivo que no quiere morir. Cuando ya está en la tierra se niega a aceptar que su vida se acabará un dìa. Eso es indicativo que dentro de esa persona hay vacíos que no logra llenar con nada màs que con cosas que le hagan sentir que vivirá por mucho tiempo.
Eso es lo que tiene este hombre: El tamaño de sus graneros llenos de alimento le está dando la seguridad que tiene suficiente comida para “muchos” años, este hombre vacío por dentro, quiere llenar sus graneros para darse la seguridad que tendrá comida para mucho tiempo. Es decir, Jesús está poniendo el dedo en la llaga de muchos cristianos que tratan de alargar sus momentos de llenura material porque en su fuero interno tienen muchos vacíos. Hay personas como dice el Proverbio que nunca se hartan del dinero. Los sicólogos le llaman el síndrome del estómago vacío. Cuando fueron niños pasaron escasez y ahora que son adultos y tienen la oportunidad, acumulan riquezas porque tienen miedo que se repita aquella experiencia.
Los vacíos internos de este hombre le habían hecho un hombre egoísta, egocentrista y por sobre todo, tacaño, ambicioso y codicioso. El mismo dijo que no tenía donde “almacenar” es decir, no era dadivoso, era un hombre que no daba, no compartía sino que todo lo guardaba para sí mismo, sin saber, como dice la paràbola, que “esa noche vienen a pedir tu alma”.
En el verso 19 tenemos el diàlogo interno de este ingrato: “Alma, tienes muchos bienes depositados para muchos años…” ¿Lo ve? Él mismo se confiesa como una persona que había pasado tantas necesidades que ahora que tiene la oportunidad de hacer algún bien a alguien, solo trata de llenar su cuenta bancaria para asegurarse un futuro sin complicaciones. Eso lo hizo un enfermo.
Jesus nos advierte del peligro que. conlleva almacenar cosas que son perecederas y que no pueden darnos la seguridad de que tendremos larga vida. El único que puede darnos la vida eterna no son las cosas del mundo, son las cosas del Reino de Dios. ¡Cuántos cristianos que dicen que aman al prójimo es solo del labio para afuera porque por dentro están tratando de llenar sus alforjas para que su “larga” vida no sea de pobreza y escasez, sabiendo que nuestro Dios ha prometido estar con nosotros todos los días y cumplir sus promesas.