Basado en Mateo 15:21-28
¿Cuántas veces has sentido que Dios guarda silencio? Oras, clamas, y parece que nada cambia. Ese silencio puede doler más que la prueba misma. Muchas mujeres, al no ver respuesta, se desaniman y se rinden, porque miran las circunstancias en lugar de mirar a Dios.
La mujer cananea enfrentó ese mismo silencio. Tenía una hija atormentada, y lo único que buscaba era sanidad. Gritó detrás de Jesús, pero Él no respondió palabra. Aun así, no se detuvo. Soportó el rechazo, enfrentó las pruebas y eligió confiar en quién era Jesús, no en lo que veía. Su fe no dependió de las circunstancias, sino del carácter de Aquel en quien había puesto su esperanza.
Su perseverancia abrió la puerta al milagro. Jesús, conmovido por su fe, declaró:
> “¡Oh mujer, grande es tu fe! Hágase contigo como quieres.” — Mateo 15:28
Y en ese mismo instante, su hija fue sanada.
La fe de la mujer cananea nos enseña que la perseverancia y la confianza en Dios son recompensadas. Incluso ante los obstáculos, la fe verdadera permanece firme.
El silencio de Dios no significa ausencia, sino una oportunidad para fortalecer la confianza. La cananea nos enseña que la fe verdadera no se rinde, no retrocede y no se deja guiar por lo que siente, sino por lo que cree.
“El justo por la fe vivirá.” — Romanos 1:17
Mujer, quizás llevas tiempo clamando por tu familia, tu matrimonio, tu salud o tus hijos. Puede que no veas la respuesta aún, pero no te canses de confiar. Aunque el cielo parezca callar, Dios no ha dejado de trabajar a tu favor. Su respuesta llegará en el momento perfecto.
No mires las circunstancias; mira al Dios que tiene el control. Como la mujer cananea, insiste, cree y confía: tu fe moverá el corazón de Dios.
Tomando Mi Nación Mujer 🇸🇻 || Emma de Cuéllar
