Basado en Mateo 28:1-10
¿Has caminado alguna vez con la mirada baja, convencida de que todo terminó?
Cuando el dolor es profundo, cuando la pérdida pesa o las circunstancias parecen definitivas, solemos creer que ya no hay nada más por delante.
Así iban las mujeres al sepulcro: con la mirada al suelo, atrapadas en la tristeza, pensando que todo había acabado.
Pero allí, en medio del dolor, se encontraron con la sorpresa más grande: la tumba estaba vacía.
El ángel les dijo:
> “No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado.” — Mateo 28:5-6
De pronto, lo que parecía derrota se convirtió en victoria.
Ellas, que llegaron con perfumes para ungir un cuerpo muerto, salieron corriendo a anunciar que la vida había vencido a la muerte.
Este pasaje nos confronta.
Muchas veces bajamos la cabeza, atrapadas en nuestras propias luchas, viendo solo la tumba de nuestras circunstancias.
Pero Jesús nos llama a levantar la mirada y a convertirnos en portadoras de esperanza.
No fuimos llamadas a quedarnos llorando sobre lo perdido, sino a proclamar que Él vive y sigue obrando.
Una mujer que confía en Dios no puede llevar palabras de maldición, pleito o división.
Una mujer conforme al corazón de Dios transmite paz, esperanza y vida donde otros solo ven caos.
Quien ha encontrado al Cristo resucitado no reparte dolor: reparte gozo.
“Id, dad las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán.” — Mateo 28:10
Mujer, el mundo necesita escuchar el gozo que llevas en tu corazón. No guardes la noticia más poderosa: ¡Jesús vive y cambia vidas! Levanta tu cabeza, sacude tu temor y corre a compartir lo que viste y oíste.
Así como aquellas mujeres junto a la tumba vacía, tú también has sido enviada a proclamar vida donde otros solo ven muerte.
Tomando Mi Nación Mujer 🇸🇻
Emma de Cuéllar
