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domingo, noviembre 24, 2024

Bueyes y Asnos

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Exodo 23:4 “Si encuentras extraviado el buey de tu enemigo o su asno, ciertamente se lo devolverás”

Hay porciones de la Palabra que nos parecen oscuros o que no se adecuan a nuestro tiempo.  Creo que es por eso que muchos pastores dicen que el Antiguo Testamento ya está obsoleto y que solo hay que predicar o creer en el Nuevo Testamento.

Por supuesto que eso es un error. La misma Biblia dice que toda la Escritura es inspirada por Dios y útil. ¿Util para què y para quienes? Pues se supone que para nosotros los creyentes en ella. No podemos segmentar la Escritura. O la creemos toda o no.

También es cierto que hay pasajes que nos parecen oscuros. Pero todo tiene su explicación. No es un secreto que todos los teólogos coinciden en que la Biblia se explica por sí sola. Así que en el pasaje que me ocupa en este escrito tiene que haber una explicación para nuestro tiempo y admonición.

Es asunto de oración e investigación.

En nuestro tiempo es claro que no encontramos bueyes en la calle. No encontramos asnos extraviados en nuestros barrios. Por lo tanto debe querer decir algo que no está en nuestros paradigmas.

¿Que era el buey en la Biblia? Eran tractores para la labranza de las tierras. El asno era el Mercedes Benz para su transporte. Sin su buey, un hebreo no podía cultivar su tierra. No tenía la posibilidad de ganarle al invierno sembrando sus tierras. Sin su asno no podía movilizarse con rapidez. Así que ambos animales eran importantes en la vida de cualquier habitante de aquellas tierras en aquellos tiempos. Su buey era su fortaleza. El asno era su libertad.

¿Què sucedía cuando extraviaba uno de sus animales? Es claro que se quedaba sin su sustento al fin de cuentas. Se quedaba a expensas de la inutilidad y ponía en peligro incluso la seguridad de su familia.

Ahora, con esto en mente podemos avanzar en el encargo del Señor para nosotros:

Hay personas que han perdido su identidad. No saben que son hijos de Dios y andan errantes por los caminos de la vida viviendo en situaciones de pecado, ignorantes de su miserable realidad. Nosotros hemos encontrado a su buey. Hemos encontrado su motivo de vivir.  Hemos encontrado lo que tanto han buscado en los vicios, en el sexo ilícito, las drogas y los peligros de la violencia callejera.  Hemos encontrado a Cristo y nuestro deber, aunque no nos entiendan ni nos acepten, debemos llevárselo.

Nosotros, por la Gracia Divina, hemos encontrado al asno que otros perdieron y sabemos hacia donde vamos, a quien pertenecemos y cual es nuestro destino. Ellos no lo saben porque han perdido el rumbo. Han perdido la visiòn de la vida. Hay matrimonios que han perdido la alegría de estar juntos y han tomado la decisión de abandonar la lucha, ya no tienen la fuerza para continuar uno al lado del otro. Hay hijos que andan vagando por la vida sin rumbo fijo, sin saber quienes son y de donde vienen. Han perdido su valor. Han perdido su buey y su asno y no se han dado cuenta.

Hay hermanos en la Iglesia que aunque cantan coros y leen la Biblia no saben que han perdido su relación con Dios. Creen que porque están en las cuatro paredes de un Templo saben lo que es vivir a plenitud cuando la realidad no es esa. Porque ignoran que sin una relaclòn íntima con Dios, con nuestro Dios, no es segura la ruta a seguir. Han perdido su asno. No saben como transportarse hacia el destino que Cristo tiene para ellos.

Y nosotros los hemos hallado. Los hemos encontrado en nuestro caminar antes que ellos y nuestra obligación es entregarles lo que les hace falta.

Es cierto que muchos de ellos nos rechazan. No quieren nada con el Evangelio pero es porque sus paradigmas han sido dañados. Es porque sus sentidos han sido nebulizados por la ignorancia y la mala información. Les han hecho creer que el Evangelio es una lista de prohibiciones que les harán la vida imposible, cuando la verdad es que el Evangelio es libertad del pecado, es vida abundante porque ahora tendrán un Salvador y un Proveedor que les dará las fuerzas para trabajar lo necesario, para sembrar su campo de milagros, para que sus cosechas sean abundantes y tengan suficiente pan para su familia.  Ellos creen que el Evangelio es un sistema aburrido que roba el gozo y la sonrisa en los rostros de la gente. Les han engañado. Les han hecho creer que eso es lo que Jesus vino a traer a la humanidad.

Pablo dice que nosotros también en otro tiempo anduvimos errantes como ellos. Nosotros también habíamos perdido nuestro buey y nuestro asno. Èramos por naturaleza hijos de pecado. Aborrecíamos lo bueno y apreciábamos lo malo. Nos creíamos tan autosuficientes que llevábamos una vida al borde del abismo, caminábamos en el filo de la navaja y no nos dábamos cuenta. Hasta que alguien nos devolvió lo que habíamos perdido. Nos devolvieron nuestro buey y nuestro asno. Ahora podemos vivir con la energía necesaria. Ahora podemos caminar seguros. Ahora sabemos quienes somos y hacia donde vamos.

Ya nosotros hemos hallado lo que ellos no tienen aún. Hemos hallado su buey y su asno, hemos encontrado las fuerzas para sostenernos aun en los momentos más difíciles de la vida, hemos hallado una razón de vivir, hemos hallado la abundancia de la Tierra Prometida y ahora disfrutamos de la leche y la miel prometidas bajo la Sombra del Todopoderoso que es donde nos hemos cobijado.

Pero ellos aún andan errantes en el desierto de su existencia. Andan en busca de lo que han extraviado y han tratado de llenar esos vacíos con pornografìa, con licor y sexo desordenado. Han tratado de llenar esos vacíos con violencia familiar, golpeando a su esposa e hijos. Dejando abandonado el hogar que es donde debieran estar al lado de aquellos que les aman y esperan cada noche después de un dia de trabajo. Hay mujeres que se venden cada noche para tener el pan de sus hijos sin saber que eso no es lo que Jesus quiere para ellas. Han perdido su asno. No saben a donde ir ni como ir.

La instrucción del Señor es clara para nosotros los que hemos encontrado lo que otros andan buscando. Debemos compartirlo con ellos. Debemos devolverles lo que les pertenece por la misma razón que nos ha sido dada a nosotros: Por Gracia Divina.

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