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martes, noviembre 26, 2024

Paz en medio de la tormenta.

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El apocalipsis de Isaías declara: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera, porque en ti ha confiado”

Ciertamente cuan gratificante es meditar en la riqueza de conocimiento y paz que encontramos en las sagradas escrituras; en todo tiempo y más en este, en el cual el desanimo y miedo, pueden aflorar en nosotros. Es conocido que lo que este más fuerte dentro nuestro regirá nuestra voluntad, razón por la cual considero importante saciarnos del conocimiento de lo sobre natural para estar en pie, en tanto pasa esta tormenta mundial. Basta con mirar un par de minutos las noticias nacionales e internacionales, para poder sentir a través de las imágenes de desolación y cifras de infectados y fallecidos, el fuerte impacto de un diluvio de cosas nunca antes vistas, que permite saber a exactitud que estamos en medio de una tormenta de miedo, lutoy perplejidad por lo porvenir,   pero aún en este estado seguimos teniendo el control de la fuente que dejamos correr en nuestro interior que determinara nuestro pensamiento y actitud, nuestra voz interior, que podría estarnos hablando únicamente de temor y angustia, versus la voz de Dios que siempre en todo tiempo y circunstancias nos permitirá experimentar paz en medio de la tormenta. Misma que experimentaron los discípulos de Jesús estando con él, en una barca en alta mar en medio de una gran tempestad en la que las olas cubrían la barca, aquellos hombres atemorizados alzaron sus voces para pedirle a Jesús que los librará de perecer en esa tormenta. Jesús que dormía, se levantó al escucharlos temerosos y sin fe, reprendió a los vientos y al mar, y sobrevino una gran calma, (Mateo 8:23)

Ciertamente no estamos en una barca en medio del mar, pero de igual manera que aquellos, estamos siendo sacudidos por los fuertes vientos del virus que amenaza toda la tierra, y sus olas gigantescas cubren las paredes de nuestra mente con vacilación para confiar en que si Jesús esta en nuestra barca estaremos a salvo y tocaremos tierra firme. Será justamente en ese momento en el cual deberemos preguntarnos ¿Para que Dios nos salvó?  Convencida estoy que será para que testifiquemos a otros que pacientemente esperamos a Jehová y el escucho nuestro clamor y nos saco del poso de desesperación.

Esta tormenta al igual que otras también pasará, pero en tanto dura debemos de alimentarnos a diario con las buenas nuevas de Dios y aprender a dejar todos nuestros temores de lo porvenir en sus manos, conociendo que el afán y la ansiedad en nada abonan a nuestra economía, salud, cuarentena domiciliar, etc.

Tenemos una gama de opciones para atravesar esta tempestad, yo he escogido la que considero perfecta para mí y es confiar en la voluntad de Dios que fue, es y será perfecta. Cada mañana le recito a mi alma palabras de esperanza como las escritas en el salmo 121. Esto para llenar mi mente y corazón con palabras que sacian de bien y activan una buena actitud en mí, de cara a los hechos.  

Sigamos conteniendo la propagación de Covid-19, permaneciendo en casa congregados en familia, esperando con confianza y fe, el día cercano en que Dios quitará el furor de este, del mundo; para dar lugar a un nuevo comienzo en nuestra historia de vida.

Pensamiento final

JOB 22:23-28.

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