Salmo 16:11
“Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre.”
Mis hermanos ya hemos recorrido la oración modelo de Jesús, la cuál te servirá para decirle al Señor muchas cosas en base a lo que significa cada parte de ella. ¡Ahora te quiero comparir sobre los grandes beneficios que experimenatarás cuando desarrolles una profunda e íntima relación con Dios y la cuál inicia con una vida de oración!
Puedes pedir al Padre sobre lo que tú anheles…
Me encontraba en el hospital con tan solo 7 meses de mi último embarazo, a punto de tomarme la ultrasonografía que daría el resultado del sexo de mi bebé. Anteriormente ya me había tomado otras, pero el médico dijo que no se definía sino hasta muy cerca del parto. Eran otros tiempos y no existía la tecnología avanzada de la cual hoy disfrutamos.
Dios ya me había bendecido hacía algunos años con dos hermosos varones. El Dios Viviente me había dado ese gran privilegio de ser madre, y estaré agradecida con mi Señor ya que a todos mis hijos los amo con toda mi alma.
Mi tercer bebé venía en camino, anhelaba una hija, con la que soñaba compartir momentos lindos, ser grandes amigas, ser su consejera, su confidente, y su madre.
En la sala de espera, estaba suplicando al Dios Todopoderoso, le decía al Señor: “el deseo de mi corazón es tener una niña, a quién pueda contarle mis experiencias, con quién pueda compartir mis cosméticos, tener largas pláticas y más…” Seguía orando, «Padre, me gustaría mucho que me dieras una niña a quien le enseñaría sobre tus caminos, pero Papito, Tú sabes lo mejor para mi vida, por favor solo te pido que el bebé nazca saludable.”
Te confieso que sentí que fueron largas y pesadas horas, mientras esperaba mi turno para la ultrasonografía. Al fin pasé con el doctor, quién realizó el examen, mientras yo seguía orando en mi mente; repentinamente el médico dijo “¡Creo… que es una niña!” Yo sólo sonreía, y él afirmó: “confirmado, es una niña”. Todo mi ser se inundó de un profundo y tierno agradecimiento al Creador, de mis entrañas emergía una tremenda alegría, porque mi petición había sido contestada. Cada vez que recuerdo esa tarde, mis lágrimas ruedan por mis mejillas, recuerdo lo amoroso que fue Dios, pues aún sin merecerlo, me concedió ese deseo de mi corazón.
Este es sólo un ejemplo de los múltiples y grandes beneficios de la oración. Cuando tú te comunicas con el Dios Todopoderoso, Él te puede conceder la petición que sea, siempre y cuando Él la considere en su voluntad. Por ejemplo, si sueñas con poner un negocio, pídeselo a Dios; si quieres una beca, clama; si buscas un empleo, no desmayes; si quieres pareja, pídesela con todos los detalles; en fin, todo cuanto quisieras, ¡clama al Dios verdadero!
A ti que aún no puedes tener un hijo, al igual que yo hice, te sugiero que tengas fe, confianza, y no desmayes en clamar a Dios, quien es nuestro Padre, que es Omnipotente y capaz de bendecirte con un hijo o hija; pídeselo, pero con fe, y deja que Él haga su perfecta voluntad.
La proxima semana seguiremos con la segunda parte de este tema.
¡Prepara tu corazón para buscar al Señor, El te está esperando con los brazos abiertos1!
Con el amor de Cristo,
Helen de López