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lunes, noviembre 25, 2024

Días de amor y días de odio

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Una de mis canciones favoritas, aunque a muchos les parezca carnal o mundano, es “Contra el viento”

Bob Seger la compuso en los años sesentas y desde entonces sigue siendo un éxito, especialmente para aquellos que peinamos canas. Era el tiempo de la música limpia. No se cantaba al sexo, violencia, drogas ni nada de lo que se canta hoy, si es que se puede llamar canto a lo que suena hoy en día.

En ella, Seger habla de la vida. De lo que es correr contra el viento de lo establecido, correr contra el viento del status quo, contra aquello que nos quiere engullir y anularnos para clonarnos a su voluntad.

Correr contra el viento es dejar las cosas sin importancia atrás y enfocarnos en lo que realmente importa. El amor, la vida, salir victorioso de las tentaciones y vencedor de las miserias humanas.

Correr contra el viento es dejar ir las cosas que dañan y dejar entrar las que nos edifican, las que nos suman y no nos restan. Es vivir la vida sin tapujos, sin disfraces que le hagan pensar a la gente algo que no somos. Es ser originales, es ser seres vivos que no están esperando que otros les resuelvan sus problemas sino enfrentarlos con valor y gallardía.

Correr contra el viento es vivir con menos para poder disfrutar las bendiciones que el Señor nos envía según sus riquezas en Gloria para que las compartamos y seamos de bendición para los menos favorecidos.

La vida del ser humano está llena de altibajos. Hay días en que todo sale como esperas, las cosas fluyen y los proyectos tienen éxito; por otro lado, hay tiempos en los cuales las cosas mas sencillas parecen complicarse y nos cuesta mucho trabajo sacarlas adelante.

Los Sabios llaman a este fenómeno: “días de amor y días de odio”. Cuando esto sucede, las personas piensan que los días de amor son los más productivos, ya que uno logra lo que se propone sin ninguna dificultad y la superación personal es notable. En cambio, los días de odio son considerados un desperdicio, debido a que los planes no se concretan como es debido.

De acuerdo con el enfoque de la Palabra de DIOS, las cosas son exactamente al revés: si todo funciona y el éxito se logra fácilmente, entonces el pago espiritual que recibe el individuo por sus acciones es poco; pero en los días difíciles, aunque los objetivos no se logren en su totalidad, el pago por el mismo esfuerzo es enorme.

En el libro de Job (5:7 Lit.) dice: “La persona nació para esforzarse”. Esto significa que a Dios no le interesa el éxito, sino el esfuerzo invertido.

Porque el éxito como tal, es la zanahoria en el palo frente al burro que nunca la alcanzará pero correrá tras ella engañándose a sí mismo creyendo que cuando la alcance podrá ser feliz y tener todo lo que desea. Ingrata la vida de aquel que tiene esa mentalidad.  Porque la Escritura lo dice bien claro: Aumentan los bienes, aumentan los consumidores.  Todo lo que llega a las manos del hombre, así se irá porque es pretender retener el aceite en la mano derecha, dijo el proverbista.

La vida es hermosa pero cuando la sabemos vivir. Cuando nos tomamos el tiempo de disfrutar una salida de sol, unas nubes cargadas de agua llegando a nuestro espacio, la sonrisa tierna y dulce un niño que cuando sea adulto ya no la tendrá por los mismos dolores de la vida.

La vida, mis amigos, es fácil vivirla cuando dejo de pensar en mí y empiezo a pensar en los demás.  Cuando tomo un poco de lo mío y lo comparto con otros, así sea dinero, alegría, gozo y paz. Como pastor, mi vida tiende a ser hermosa porque tengo la oportunidad de compartir con otros la Palabra que el Señor me inspira cada mañana, cuando puedo dar sin medida, cuando puedo alegrar la vida de alguien más.

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