No. No hablaremos del último libro de la Biblia aquí. No porque no sea interesante. Pero hemos citado el título del libro mencionado porque en la mente de muchos, nos encontramos en el cumplimiento de los anuncios de un “acabo de mundo”, como decía mi querida abuela, cuando de las tendencias o las modas se generaba todo un lenguaje de catástrofes inminentes.
Las Naciones Unidas, que no tienen ninguna ideología religiosa dicen: “Las concentraciones de gases de efecto invernadero se encuentran en su nivel más elevado en 2 millones de años. Y las emisiones siguen aumentando. Como resultado, la temperatura de la Tierra es ahora 1,1 °C más elevada que a finales del siglo XIX. La última década (2011-2020) fue la más cálida registrada.
Mucha gente piensa que el cambio climático significa principalmente temperaturas más cálidas. Pero el aumento de la temperatura es sólo el principio de la historia. Como la Tierra es un sistema, en el que todo está conectado, los cambios de una zona pueden influir en los cambios de todas las demás.
Las consecuencias del cambio climático incluyen ahora, entre otras, sequías intensas, escasez de agua, incendios graves, aumento del nivel del mar, inundaciones, deshielo de los polos, tormentas catastróficas y disminución de la biodiversidad” (fuente: Naciones Unidas).
Hubo -entre otros- un autor de libros de escatología-ficción de nombre Hal Lindsey (“La agonía del gran planeta Tierra”) que escribió “sobre un aumento en la frecuencia de hambrunas, guerras y terremotos, como eventos importantes justo antes del fin del mundo. Aunque Lindsey no afirmó conocer las fechas de los eventos futuros con certeza, sugirió que Mateo 24: 32-34 indicaba que el regreso de Jesús podría ocurrir dentro de «una generación» del renacimiento del estado de Israel y la reconstrucción del Templo Judío, y Lindsey afirmó que «en la Biblia» una generación son cuarenta años. Algunos lectores aceptaron esto como una indicación de que la Tribulación o el Rapto ocurrirían a más tardar en 1988. En su obra de 1980 The 1980s: Countdown to Armageddon, (Cuenta regresiva hacia el Armagedón) Lindsey predijo que «la década de 1980 podría muy bien ser la última década de la historia, según lo que sabemos».
Hambrunas, guerras y terremotos. Señales y símbolo de un “acabo de mundo”. Pero ninguno de los anunciadores de calamidades se refirió al hecho que los seres humanos tenemos la capacidad como para terminar con la vida y con nuestro planeta en cualquier momento. Y también -si quisiéramos- podríamos contribuir al equilibrio del ambiente, plantando más árboles, eliminando el plástico como elemento de consumo necesario, adoptando los sistemas de energía limpia y eliminado los combustibles fósiles, etc. Pero nos falta la voluntad y el deseo de hacerlo. Y claro, los grandes intereses económicos están ahí, para incitarnos al consumo y a una vida de inanición…
El Papa de la Iglesia Católica Romana instó este domingo a los líderes mundiales, de cara a la COP26, a escuchar el «grito de la Tierra y el grito de los pobres», mientras sufren las consecuencias de un cambio climático devastador. Pero ni los practicantes de esa religión le hacen caso.
Mientras tanto, los sufridos habitantes del único planeta que conocemos, seguimos debatiéndonos en cómo hemos de vivir, con las super tormentas, devastadoras sequías, contaminación de las fuentes de agua, con el aire irrespirable y con nuestra propia cantidad de contaminación diaria.
Hay una cuota de sabiduría en aquel que dijo «no se preocupen por su vida, qué comerán o qué beberán; ni por su cuerpo, qué vestirán. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que la ropa?” y con esa declaración estaba hablando de una vida sencilla sin el estrés ni la ambición que parece dominarnos hoy y que nos hace depredadores de nuestro propio planeta. Quizá treinta años después de la fallida profecía de Hal Lindsey, nosotros sí seamos la última generación. Pero lo será porque nos lo hemos buscado.
(guillermo.serrano@ideasyvoces.com)
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