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viernes, marzo 29, 2024

Zarzas vivas (Un análisis transaccional)

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Jueces 9:14 “Dijeron entonces todos los árboles a la zarza: «Ven tú, reina sobre nosotros»”

Tengo el privilegio de conocer al Señor desde hace unos cuarentidos años. Me convertí gracias a una plática que Facundo Cabral (QEPD) tuvo en un canal de televisión allá en Guatemala. Con su verbo, este famoso trovador habló del capítulo de las Bienaventuranzas del libro de Mateo. Si fue cristiano o no, no lo se, solo se que me inquietó para empezar a leer la Biblia y eso me llevó a los Pies de mi Señor Jesus. ¡Gracias Cabral, donde quiera que estés!

Y, como fui enseñado a ser observador desde mis tiempos de la escuela militar, empecé a darme cuenta que la Iglesia a la que yo pertenecía cada cierto tiempo hacía cambios no solo en la jerarquía interna pero también en las esferas superiores de mis pastores. Eso me llevó a estudiar detenidamente el fenómeno del iglecrecimiento en Latinoamerica y la conducta de los líderes de aquel tiempo y hasta la fecha he notado como la Iglesia evangélica muta constantemente en sus sistemas para ganar almas por decir algo evangélico.  

En los años ochentas la Iglesia quiso cambiar al mundo con artilugios que ella se inventó para tener su conciencia tranquila. Pero olvidó algo muy importante: La obediencia.  Los líderes y los encargados de enseñar la Palabra no tuvieron ese cuidado. Se sintieron que como la zarza ardiente, era suficiente con tener un poco de fuego para impresionar a sus congregaciones y en vez de que el pueblo adorara a Dios, empezaron a adorar a las zarzas.

Un ejemplo de lo que la Iglesia se sacó de la manga fue, primero: El Ministerio de adoración. Se invirtieron millones de dólares en música cristiana. Pensaron que la música iba a cambiar al mundo y las zarzas siguieron manteniendo su fuego dentro de las cuatro paredes. Los directores de Alabanza, cuando ya no cabían en sus iglesias por la fama que habían alcanzado allá adentro, se convirtieron en artistas y cantantes de estadios y grabaron una infinidad de videos para vender todo lo que pudieran. Dejaron los trajes que antes vestían para adoptar la moda de Steve Jobs.  Cuando ya nadie les hizo caso se convirtieron en pastores. 

Luego vinieron los Apóstoles y profetas.  Todos se autonombraron apóstoles pero el mundo tampoco se conmovió con los apóstoles. Porque lo que el mundo necesitaba era un testimonio vivo, zarzas que ardieran tanto en las calles como en sus hogares. Pero fue más fácil hacerlo en las calles porque en sus hogares sus hijos y sus esposas no creyeron en ellos y  algunos terminaron divorciándose y dejando sus familias a la deriva. 

Después vino el Movimiento de la Unidad. Pensaron que al unirse las iglesias, al ser ecuménicos pensaron que la sociedad iba a creer en Jesucristo pero tampoco resultó.

Luego vino la idea de la Oración. Vamos a orar, vamos a reclamar nuestra ciudad para Dios, dijeron, vamos a levantar grupos de oración en las calles y en las plazas, vamos a hacer desfiles de oración con música, jóvenes tocando sus trombones y muchachas en licras moviendo palitos para llamar la atención de la gente pero todo se convirtió en un mero show.

Ni los medios les creyeron porque nadie hizo caso a esos famosos desfiles para Cristo. 

Por último, vino el movimiento para despertar el hablar en lenguas. Todos hablaban en lenguas y el mundo siguió sin creer en la Iglesia porque las zarzas no hicieron lo que el Señor ha mandado: “Obediencia quiero y no sacrificio. Vayan a las naciones y hagan discípulos no cantantes, discípulos, no oradores, discípulos no seguidores ni admiradores”

La última gran moda de la Iglesia fueron los encuentros. No se sabe encontrarse con quien pero todos corrían a los campos y centros de retiros haciendo sus famosos encuentros pero tampoco eso cambió la conducta del mundo.

Las zarzas entonces, apagaron su fuego. Se cansaron de mantener una ficción del fuego de Dios y se dedicaron a construir grandes templos para llenar las sillas pero dejaron vacíos los corazones. Ahora todos quieren megatemplos como los americanos. Otros se cansaron de ser pastores y se han convertido en simples motivadores que usan la Biblia para enseñar a ser empresarios, emprendedores y soñadores de fortuna. Hasta la señora Oprah empezó a entrevistar a algunos que han servido de modelo para los que recogen las migas por aquí en estos lares.

¿Que se hicieron las zarzas que ardían con el fuego del Señor hasta el dolor de derramar lágrimas al ver el pecado no digamos del mundo, el pecado dentro de la Iglesia? ¿Desde cuando se empezaron a cambiar los valores cristianos para convertirnos en motivadores de la prosperidad pero no de la santidad del corazón? 

Necesitamos revisar nuestras conductas queridos hermanos. Necesitamos volver a las sendas antiguas y examinar con la lupa del Espíritu Santo aquella confesión que hicimos ante un altar cuando declaramos que Jesus sería nuestro Señor y Salvador.

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