La caída de presidentes latinoamericanos, me recuerda la novela de Rex Stout “Muchos cocineros” que tiene como protagonista al detective-genio “Nero Wolf” y que cuenta con su ayudante “Archie Goodwin”, quien es el que narra las aventuras. Nero Wolfe acepta una invitación para dirigirse a Les Quinze Maîtres («Los Quince Maestros»), un grupo internacional de maestros chefs, sobre el tema de las contribuciones estadounidenses a la buena cocina. El grupo se reunirá en el balneario Kanawha Spa en Virginia Occidental.
Pero, lo que podría ser una fiesta, se convierte en algo distinto cuando ambos detectives tienen la tarea de investigar el homicidio de uno de los chefs y la amenaza que se cierne sobre los demás.
A mí, el título de la novela me parece muy revelador y apunta casi con precisión a lo que sucede en la política latinoamericana, donde ejercer un cargo político, se puede convertir en un lugar de riesgo.
Porque la política, en general, ya no es aquello que nos enseñaron en la escuela: “servir al bien común”. No, se trata más bien de ocupar puestos en la administración del estado y servirse de ellos para beneficio propio. Y, claro, la idea de “eternizarse” en el poder, pasa por la cabeza de todos los que antes, han prometido darles el paso a sucesores, cuestión que ya parece una norma.
Lo vimos desde los Estados Unidos (bastión y ejemplo de la democracia, al decir de muchos), cuando Trump y sus seguidores pretendieron anular las elecciones en las que fue derrotado (y para él, “dura cosa le es dado coces contra el aguijón” de la derrota) y no solo eso, anular de paso, la propia constitución política del país.
Y, partiendo desde ese mismo país, la manera de “ganar en popularidad” ha sido la dinámica del populismo, es decir, darle algo al pueblo, para mantenerlo contento. Por ejemplo, bonos, canastas de alimentos, subsidios, ayudas monetarias directas, etc.
Pero, pareciera que no basta con eso. Porque ya tenemos a dos figuras políticas latinoamericanas con problemas legales. Cristina Fernández, de Argentina, enjuiciada y declarada culpable, y, el presidente de Perú, separado del puesto, ante su pretensión de cerrar el congreso de su país. Y desde los Estados Unidos al sur del continente comienzan a caer, gobernadores, alcaldes, concejales, jueces y, políticos de todos los colores, acusados de muchos actos que se equilibra entre la corrupción y la inmoralidad, por los que nosotros, gente del común de los mortales, si cometiéramos esos mismos hechos, conoceríamos la cárcel, sin apelación.
Aquí, podríamos aplicar algunos de los dichos populares que circulan en nuestra América, como: dime con quien andas, y te diré quién eres, o, también se podría citar la frase de Groucho Marx: yo acepto almorzar con un político, si es él que paga…Luis Borges, por su parte, decía que la democracia es el abuso de la estadística.
Y claro, me quedo con la frase aquella citada por muchos, aunque algunos no saben por qué la usan (especialmente los que hacen de la política su medio de vida): el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente.
Quizá, el equilibrio en eso de llevar la vida “normal” y lo que se relaciona con la “cosa pública” lo establece un antiguo texto, al que harían bien los políticos en aprenderlo de memoria, porque les enseñaría que ni el poder, ni los recursos del país les pertenecen: “¿Es lícito dar tributo a César, o no? ¿Daremos, o no daremos?” entonces él, como entendía la hipocresía de ellos, les dijo: “¿Por qué me tentáis? Traedme la moneda para que la vea”. Y ellos se la trajeron y les dice: “¿De quién es esta imagen y esta inscripción?” Y ellos le dijeron: De César. Y respondiendo Jesús, les dijo: “Dad lo que es de César a César, y lo que es de Dios, a Dios”.
(guillermo.serrano@ideasyvoces.com)