Por el Pastor: Pai Otoniel Alvarado|
Iglesia: Lirios del Valle Central
Fotografías, nada más
Aunque el salmo 42 se le atribuye a Masquil, de los hijos de Coré. Muchos creemos que en realidad es de David. Ya que el tipo de nostalgia devota con que está escrito, transmite el alma de un adorador muy profundo como lo fue el Rey David. Hasta el príncipe de los predicadores Charles Spurgeon, dice que el Salmo 42, debe de ser de él, porque cada letra ¡Huele a David!
Pero sin importar el origen de su autoría, todos estamos de acuerdo, que este hermoso salmo, viene de un corazón que ardía por Dios, al rojo vivo.
Y es que, con su lectura, nos descubre y nos desnuda el alma, hasta evidenciar las vergüenzas más ocultas de nuestra fe pasada.
Como con un dedo santo, nos sentimos señalados por Dios al meditar en cada verso.
Y en específico el versículo cuatro, relata a un hombre que se apasionó un día por los atrios de Dios, al grado que influía, inducía y conducía a otros para congregar e ir a la iglesia.
Como cuando no éramos egoístas…
Y buscábamos a las ovejas perdidas, débiles y quebrantadas para llevarlas en brazos hasta el quirófano de Dios.
Era tanta la inquietud divina en nuestros corazones, que nos hacía tocar puertas hasta persuadir a familias enteras para llevarlas a la iglesia.
Era un primer amor espiritual…
Queríamos ganar a otros, deseábamos aprender a predicar, y abríamos nuestras casas para convertirlas en trincheras de evangelización sin importar los costos.
La gente nos veía arder por Dios. Y muchos fueron alcanzados, no por nuestra elocuencia, sino porque nuestros corazones quemaban al abrazarlos.
“Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí; De cómo yo fui con la multitud, y la conduje hasta la casa de Dios, Entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta.”
Ahora quizá tenemos fotografías, nada más.
El FaceBook saca del almacén de recuerdos, imágenes que testifican de nuestra entrega por Dios, y por las almas. Y al verlas suspiramos, presumiendo de un pasado que con el tiempo ha perdido sus colores y sabores.
Por otra parte, sin darnos cuenta, en la pandemia nos cuidamos tanto de no enfermarnos de los pulmones, que terminamos enfermos de nuestra alma.
Ahora la iglesia Pos-pandemica, es una iglesia fría, acomodada y haragana. Que solo busca pasarla bien en los templos, mientras los demás cristianos tibios, ni siquiera desean congregar.
Muchos templos no cerraron, pero miles de cristianos clausuraron su instinto evangelístico.
Ahora solo nos quedan fotografías, nada más…
Al menos que despertemos nuestros corazones en una nueva llama capaz de consumir nuestra comodidad.
Felicitamos al remanente fiel que, hasta aquí, ha permanecido en la iglesia. Pero también oramos para que avancemos a la próxima cosecha de los últimos tiempos.
Así que, si aun sientes que te quema el llamado divino, quiero decirte que Dios cuenta contigo, para que vuelvas a levantarte con “estas tus fuerzas…”
Así, sin pensarlo tanto…
Así, fuera de forma…
Así con todas y tus debilidades, tentaciones y luchas.
Dios nos convoca a todos, para volver a la llama santa de la devoción.
Donde los Domingos no son negociables, donde las reuniones en casa son prioridad, y donde el gozo de llevar a otros a la iglesia es la mayor alegría.
Iniciemos juntos un nuevo historial espiritual, para que dejemos de suspirar por fotografías, nada más. [Para más reflexiones, visita nuestro canal en YouTube: Pai Otoniel Alvarado o Contáctanos al 503- 7142-2613]