Juan 17:15: “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal”
Trabajo muy de cerca con los Capellanes de la PNC. Tengo buenos amigos entre ellos. El Pastor Mauricio Cezeña y el Pastor Rene González son dos de ellos, y de cuando en cuando me invitan a darle charlas a los Oficiales de Alto Rango de su institución. Hace poco participé en un desayuno de ellos y les hablé lo siguiente…
Vivimos en dos mundos. Son mundos paralelos. El primer mundo es el de la competencia, el mundo de los estudios, el mundo de los negocios, del arte y de los retos. Es el mundo del trabajo, en donde hay que sudar para ganar el pan de cada dìa.
Un mundo que premia la belleza física, el cuerpo hermoso, el físico interesante. Es el mundo de las celebridades, el glamour y los famosos. Es el mundo de la prisa y de la productividad. En este mundo hay ganadores y perdedores.
Este mundo en el que vivimos impone muchas demandas sobre nosotros. Este mundo no celebra el segundo lugar. La mayoría de la gente busca siempre el primer lugar en todo, no importan los medios. El fin los justifica. De eso se trata este mundo: de lograr las metas a cualquier precio, incluso vendiendo las virtudes, el honor y la rectitud.
En este mundo se premia al mas “listo”, que significa, el más pícaro. Se premia al mañoso y el que hace trampas. El que usa su posición para hacer lo que quiere y no lo que debe. Se admira al que acumula riquezas mal habidas y las esconde en paraísos fiscales. Se aplaude al que daña su honor y compromete el nombre de sus hijos. Cuanto más tiene más se le respeta.
En este mundo se premia el vicio, la violencia y la picardía. El adulterio, la fornicaciòn y el abuso de poder. La corrupción. Se admira al que le pega a su mujer y se emborracha cada fin de semana dejando sin pan a sus hijos y su casa.
Mientras más deshonesto, más famoso. Mientras más vulgar, más respetado. Mientras más perverso, más solicitado. Como los famosos de Hollywood: mientras más homosexual más famoso. Cuantos más divorcios, más solicitado. La misma prensa celebra a los que producen dinero por sus corrupciones. El vulgo los aplaude y los admira. La juventud los imita. Los lideres se visten como ellos, hablan como ellos y actúan como ellos. Porque producen fama y dinero.
La mayoría de la gente de este mundo de la competencia se pasan la vida quejándose que nunca lograron ciertas cosas, no alcanzaron sus metas y sus sueños. La ambición fue su estilo de vida.
Este es el primer mundo…
Pero gracias a Jesucristo, existe otro mundo: El mundo de la fe, de la esperanza y del Reino de Dios y su Justicia. Es el mundo del Espíritu Santo. El mundo de la plenitud. En ese mundo se premia la humildad, se premia la honestidad y la franqueza. Es el mundo de la Eternidad. Los grandes de ese mundo no son modelos de competencia, son modelos de compasión, de servicio y amor. Los héroes de este mundo de la fe, no son modelos de disputas, son modelos de entrega. No son modelos de contención, son modelos de servicio. Los grandes de este otro mundo son los que ganan mediante el sacrifico y la entrega de todo lo que poseen para beneficio de otros. Son los que buscan hacer la voluntad de nuestro Padre que está en los Cielos.
En ese mundo también hay ganadores y perdedores. Allí no se premia la belleza física sino la belleza del alma. No se aplaude el pecado sino se aplaude la santidad. No se reconoce al mañoso sino al íntegro, al que lucha por vivir bajo las reglas de Dios. El que cuando peca, le duele en el alma y busca volver a estar en paz con Dios.
Se premia al que llora de dolor al ver a Jesus en la Cruz pagando por pecados ajenos.
En este mundo se gana ayudando al necesitado. Cuando tomamos un poco de lo nuestro para llevarle un poco de luz y esperanza al que la ha perdido. Ganamos al ayudar a otros a superar sus errores. En este mundo ganamos, no apuntando con el dedo las debilidades de nuestra pareja o amigos, sino señalando sus fortalezas y virtudes. En este mundo se premia la fidelidad matrimonial. Se aplaude al sencillo y humilde de corazón.
En este mundo del Espíritu hay más ganadores que perdedores. En el primer mundo, se vale por la cantidad de seguidores que se tengan en Instagram, Facebook o en las redes. En el segundo mundo no hay esa competencia. No importa que nadie le conozca pero que sea conocido por el Padre Eterno. Que Jesus sepa su nombre es lo que realmente le da valor. En ese mundo se valora no por lo que seamos capaces de acumular sino por lo que seamos capaces de invertir en los demás. Allí no se toma en cuenta cuanta riqueza acumuló sino cuanta riqueza compartió.
Vivimos en dos mundos, queridos lectores. Son dos mundos paralelos. Y debemos escoger en cuál de los dos queremos sobresalir. Al final de cuentas veremos los resultados. Eso fue lo que escogió Josue cuando dijo: “Mi casa y yo, serviremos a Jehovà…”. Y Jesus agregó: “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal”
Interesante, ¿verdad? Entonces: ¿En qué mundo invierte usted más?
Hace unos meses yo tenia que compartir algo en la reunion de mujeres de mi iglesia y le dije a Jesus Senor no quiero ir no tengo nada que compartir, se que puedo tomar algun versiculo y hablar de eso ya que toda tu palabra edifica, pero sinceramente no quiero hacer eso y ahi comenzo todo.
Escuche claramente en mi mente que El me dijo: diles que yo no quiero que vivan una vida terrenal aqui en la tierra, quiero que vivan la vida celestial aqui en la tierra
No quiero que vivan su vida aqui en la tierra, quiero que vivan mi vida aqui en la tierra
.?como ?le pregunte. Yo no mori para que ustedes sigan viviendo en las mismas prioridades, me dijo. Sus recursos no son suyos si no mios, ustedes son mis administradores y un administrador fiel no se gasta lo de su Senor para sus propias cosas si no en las de su Senor.
A todo esto yo ya caminaba hacia la iglesia, el Senor me levanto del sillon donde estaba comodamente sentada y mientras yo caminaba El seguia hablandome.
Lo mio me dijo es mi Reino y la salvacion de las almas, ustedes se gastan lo mio en sus prioridades, en lo que no es pan, en lo que ni siquiera es necesidad y yo le pregunte ?Senor y nuestras necesidades? yo conozco sus necesidades ustedes se las crean, me dijo.
ustedes solo deben preocuparse por mi Reino y su justicia, de vivir mis mandamientos por que para eso los saque se este reino y los traslade al mio, entonces yo me encargare de sus necesidades, yo asi lo dice mi palabra y ella es veraz, yo soy veraz.
Le pregunte ? hasta donde Senor?, ?cual es el equilibrio? Y me dijo : el que tiene una tunica de una al que no tiene.
Entonces comprendi lo mal que habia estado viviendo, recorde que muchas veces por pagar mis cosas, cosas que en su mayoria no habian sido una necesidad, no habia podido ofrendar, ni aportar para alguna necesidad de mi congregacion.
Senti como el Senor me mostraba lo atados que estamos por las cosas terrenales y decimos que somos libres.
Me dijo ya no quiero que vivan asi, no quiero que tengan sus casas, sus vidas, sus cosas artesonadas mientras lo mio esta en decadencia.
A este momento ya estaba llorando mientras terminaba de llegar a mi iglesia, me sente y mientras me disponia a hablar entro nuestra lider y dijo acabo de recibir algo del Senor, El quiere que vivamos la vida celestial aqui en la tierra y no una vida terrenal basada en nuestras propias prioridades.
Yo no podia creer lo que estaba oyendo, solo dije DIOS, DIOS.
Comparti todo lo que Jesus me habia dicho, citando todos los versiculos que respaldaban todo lo que El me habia dicho, que cada cosa que me decia me daba la porciom de su palabra donde estaba escrito.
Mi vida a cambiado desde entonces no tiene idea de cuanto, uno no puede recibir algo asi directamente del Espiritu Santo y seguir igual, El ha quitado la atadura de estar comprando cosas que no necesito y creanme el gozo que siento cada vez que puedo ofrendar o aportar para su Reino, es sin igual.
Dependo de El para comprar lo que sea, si El pone el sentir que es algo innecesario no lo compro y me embarga una sensacion de libertad.
Alabo y bendigo a Dios porque no crei que esto fuera posible, solo Jesus lo pudo hacer posible.
Si hno.vivimos hay dos mundos paralelos y muchos de nosotros estamos viviendo, estamos siendo influenciados mas por este mundo terrenal y no nos estamos dando cuenta, pero estamos a tiempo, que nuestro Senor Jesucristo, nuestro Padre misericordioso y nuestro Consolador el Espiritu Santo nos ayuden.