Por: Mario Vega / Pastor General Misión Cristiana Elim
No se está ganando la batalla en contra del nuevo coronavirus. Aún en los países donde se había logrado cierto control y se había iniciado el proceso de reactivación económica, se ha tenido que dar un compás de espera o algunos pasos atrás. La Organización Mundial de la Salud advirtió hace unos días que la lucha contra la pandemia será muy larga y advirtió que no se debe ser triunfalistas pues el nivel de peligro global sigue siendo muy alto y podría producirse una segunda ola que provoque tantos contagios y muertes como la primera. La buena noticia de que hay vacunas que están ya en su última fase de prueba debe ser recibida con cautela ya que advierte de la necesidad de apoyo que tendrán los países pobres para poder desarrollar campañas efectivas de vacunación y tratamientos. También ha advertido la OMS que la pandemia y sus consecuencias se prolongarán por décadas, razón por la que la sociedad debe organizarse en torno a políticas públicas para hacerles frente. La Covid 19 es un problema que afecta a la nación y su resolución debe ser también interés de la nación.
Por fortuna, se conoce con bastante certeza la manera cómo el virus se propaga y cómo se le puede impedir su entrada al organismo. La clave se encuentra en la disciplina que la población tenga para incorporar a sus hábitos las medidas de prevención. Para ello es fundamental que las personas comprendan e interioricen la información que se posee para captar la lógica básica de las medidas. La política pública debe basarse en un programa de educación popular masivo y sostenido en el que participen los medios de comunicación, el magisterio nacional, las iglesias y demás entidades que ejercen un rol educativo. La clave en el momento actual es el énfasis en el uso de la mascarilla, el distanciamiento y la higiene de manos. Para que la formación en torno al uso correcto de las mascarillas todo el tiempo y por todas las personas resulte efectivo, la política pública debe también articular un esfuerzo a unos dos años plazo para proveer de manera gratuita y masiva mascarillas recomendadas clínicamente a la población. La inversión que debe hacerse en ese rubro debe ser multilateral y, a la larga, resultará en ahorro ya que, según la OMS, con su uso sistemático se puede reducir hasta en un 40% los casos en un país. Una reducción que representa un ahorro en tratamientos médicos mayor que lo que se necesita para comprar millones de mascarillas. La insistencia en su uso debe acompañarse de sanciones contravencionales por parte de las municipalidades.
Un trabajo parecido es el que debe hacerse con la medida de distanciamiento, la cual, presenta un problema crítico en el asunto del transporte público. Se requiere mucha apertura y buena voluntad de todas las partes para encontrar una fórmula viable. Igual ocurre con el lavado consciente de manos en donde la provisión de agua potable suficiente para todos resulta ser un pivote ineludible. El empeño que se invierta en estas claves preventivas redundará en la salud de las personas, en el control del virus y en una reactivación más amplia y pronta de las actividades económicas. La participación ciudadana es esencial y cada uno debe asumir con responsabilidad y disciplina la parte que le corresponde.