“Que te alabe otro y no tu propia boca; que lo haga un desconocido, no tus propios labios.” Proverbios 27:2
Parece que agradecer y reconocer no son acciones que nos resulten naturalmente, por ello podemos caer en la tentación de alabarnos a nosotros mismos.
Que otro te reconozca requiere tres elementos humildad, paciencia y perseverancia. No debemos engañemos a nosotros mismos, necesitamos el reconocimiento (aunque no sea nuestra motivación principal), esperemos a recibirlo y aprendamos a darlo, una mamá que recibe un gracias de parte de su hijo agradecido, un maestro que es reconocido por su buena enseñanza, un trabajador que es alabado por su excelente desempeño. Al final, el más grande reconocimiento que debemos anhelar es el de Aquel que todo lo ve. Mientras ese día llega ¿Hay alguien a quién debas agradecer y honrar hoy?