“El desánimo”
Barrera número 4
Cuando hay desánimo, no hay entusiasmo, no hay fortaleza, ni coraje para emprender algo. Es una experiencia muy humana que sentimos cuando por alguna razón nuestro nivel de energía y convicción está muy bajo. Es un arma que paraliza a una persona de cristiana y termina afectando la totalidad de su vida.
Si tu desánimo proviene de una mala relación de pareja, un hijo rebelde, un cónyuge inconverso, una enfermedad o dolencia crónica, una situación económica que nunca mejora, permanecer desempleado por largo tiempo o cualquier otro tipo de situación frustrante, ¡no apartes tu mirada de Jesús!; ya que, por lo general, cuando enfrentamos problemas, tendemos a poner nuestros ojos en las circunstancias o en la forma humana de llegar a una solución, pero no en Jesús.
Dios debe ser el motivo principal de “ánimo” en tu vida, tu permanente fuente de inspiración para enfrentar tus problemas. Nunca debes dejarte desanimar por cosas terrenales, ni por cualquier situación que te agobie.
Tu ánimo jamás debe proceder de cómo te vaya en la vida, debe depender exclusivamente de Jesucristo. La medida de tu éxito depende de tu relación con el Altísimo. Tu único y constante anhelo debe ser agradar a Dios, acariciar esa relación con Él y lo demás vendrá por añadidura. Mira lo que dice el libro de Salmos:
Salmo 40:1-3 “Pacientemente esperé a Jehová, Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, Y confiarán en Jehová”.
En Mateo 14:22-31, Pedro observó como Jesús caminaba sobre las aguas y le pidió hacerlo él también. En un inicio los ojos de Pedro estaban puestos en Jesús y no se hundía, pero cuando decidió fijar su vista en los vientos que azotaban y las aguas turbulentas, empezó a hundirse, tan solo porque apartó su mirada del Rey de Reyes. En todo tipo de situación, no debemos quitar la mirada en Jesús, porque entonces nos hundiremos como le sucedió a Pedro.
Si tú estás atravesando por el valle del desánimo, dobla desde temprano tus rodillas, pide a Dios que rompa esas cadenas, ya que el desánimo te vuelve indiferente poco a poco, va deteriorando tu agrado por comunicarte con el Señor, por honrarle, por amarle. Búscale, no desmayes, ni te desanimes, nuestro Padre promete librarnos de todas nuestras angustias, pero recuerda que “sin fe es imposible agradar a Dios.”
Salmos 34:17-19 “Claman los justos, y Jehová oye, Y los libra de todas sus angustias. Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; Y salva a los contritos de espíritu. Muchas son las aflicciones del justo, Pero de todas ellas le librará Jehová”.
No importa cuál sea tu edad, tu condición económica, si eres o no líder en tu iglesia, si eres una persona con una profunda vida de oración, estás obligado a testificar a otros que el avance en tu vida, tu energía, tu crecimiento en santidad, proviene de Cristo y no de lo que el mundo puede ofrecerte.
Una comunicación genuina y constante con el Altísimo, ayuno y meditación de Su palabra, te permitirá progresar rápidamente en tu santidad y en tu vida de oración.
Como humanos necesitamos de lo terrenal: cosas materiales, pagar deudas, trabajo, casa, vestido, alimentación, salud, etc… Si lo que le pides no es para tu vanagloria o tu insaciable deleite, Él te lo puede dar, ya que ha prometido que cuando busques primero Su reino, todo lo demás vendrá por añadidura; y tendrás contentamiento aún si lo que pidieres no te lo da, porque comprenderás que Su voluntad es siempre buena, agradable y perfecta.
Mateo 11:28-30. “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.”
Con el amor de Cristo,