Bueno, hoy vamos a ir a la sindèresis con respecto a algo tan importante en la vida del hombre que a veces se pasa por alto y no se le da el valor correspondiente.
Los grandes hombres de la Biblia que fueron llamados por Dios para ir a las batallas y proteger al pueblo que estaba bajo su cargo tuvieron lo que la mayoría de hombres tenemos: una esposa. Pero resulta que nunca se las ve. Siempre están tras bambalinas haciendo la parte que a ellas les toca. Cuando un hombre salía a la batalla siempre había una mujer cuidando su tienda, sus hijos, sus alimentos y esperándolo que regresara en victoria. O recibir la funesta noticia que no iba a regresar. Fueron mujeres que nunca se mencionan en la Biblia excepto algunas y muy raras matriarcas.
Las demás fueron mujeres anodinas. Con mucho coraje pero desconocidas para nosotros. Pero, haciendo la debida justicia, allí estaban, a la sombra, dejando que fueran sus esposos los que brillaran y se llevaran las coronas de laurel como premio a sus hazañas.
¿Alguien ha pensado en la esposa de Moisés? Mientras èl estaba subiendo y bajando el Monte Sinaí, tuvo una esposa acompañándolo con sus oraciones, con su intercesión y su cuidado. ¿Quién le lavaba la ropa, le preparaba sus alimentos, le arreglaba el baño de cada mañana y limpiaba su tienda? ¿Quien ha pensado en la esposa de Aarón que nunca se menciona, pero que tuvo que estar a su lado aquellas noches de pláticas matrimoniales, dejando que de madrugada dejara el lecho caliente para salir al frío del desierto a cumplir sus obligaciones sacerdotales? ¿Alguien ha pensado en Sara que tuvo que dejar la comodidad de su tierra, dejar sus primos, parientes, amigas de colegio y a sus seres queridos? ¿Alguien ha pensado en lo difícil que fue la vida de aquellas desconocidas mujeres?
Bueno, pero no vayamos tan lejos: ¿Ha pensado usted en su esposa que se queda lidiando con los hijos todo el dìa, haciendo de maestra, educando, instruyendo, alimentando y pensando en el almuerzo recién terminado el desayuno? ¿Ha pensado en la abuela que se queda cuidando a sus nietos cuando quizá necesite descansar, dormir un poco màs, permitir que le desarreglen su sala o su casa, escuchar berrinches cada mañana mientras se toman su leche a regañadientes? ¿Quién ha pensado en las esposas que no duermen mientras sus hijos o su esposo tiene fiebre y se levantan a atenderlos, sacrificando su propio descanso?
¡Ah, ¿verdad?!
SOLI DEO GLORIA