Lucas 14:26 “Si alguno viene a mí, y no aborrece…”
San Agustín dijo: “¡Cuán hundidos están en el pozo de la miseria aquellos que ya no claman por salir de allí!”
Y es que hay gentes que van por la vida viendo siempre por el espejo retrovisor. En vez de poner su vista en el camino que está delante, la tienen siempre en el pasado. Ese pasado que nunca fue bueno según la Escritura. “No digas nunca que los tiempos pasados fueron buenos” es la sentencia del Predicador en Eclesiastés 7:10. No es bueno decirlo.
¿Por què?
Porque por muy “buenos” que hayan podido ser, nunca se comparan con los tiempos que hoy estamos viviendo. Tiempos de abundancia, tiempos de gozo y alegría, tiempos de descanso y de paz en la tormenta, tiempos de esperanza y fe, tiempos de sonrisas a pesar del dolor que podamos estar pasando. Siempre, detrás de cada lágrima se esconde una sonrisa por el Amor de Dios que ahora conocemos. Siempre, mis amigos, detrás de cada golpe de la vida, está el bálsamo de la Bondad de nuestro Dios. Siempre, después de una caída, viene un levantamiento mayor.
¿Qué pudo tener de “bueno” que usted fuera abusada por el novio a quien le confió sus secretos y sus sueños? ¿Qué pudo tener de “bueno” que su esposo la haya abandonado a su suerte dejándola con hijos varones sin que usted supiera como educarlos? Dígame: ¿Qué pudo tener de “bueno” aquellas noches de borracheras con sus amigos quedando tirado en una banqueta lleno de basura y estiércol? O, ¿Qué pudo tener de “bueno” aquellas noches de pasión con las “damas de la noche” en que se revolcaba y era su juguete? ¿Quiere que siga preguntando…? ¿Qué pudo tener de “bueno” cuando se enamorò de aquella muchacha que solo jugó con su juventud y destrozó su fe en el amor? ¿Qué pudo tener de “bueno” aquella aventura con aquel hombre que la dejó tirada a la vera del camino de la vida y que solo Jesus pudo levantarla y cambiar su horizonte, como a la samaritana? Quien no aborrezca esos tiempos no son dignos de ser llamados hijos de Dios. Jesus lo dijo, no yo.
No, queridos. Ya no veamos por el retrovisor anhelando volver a aquellos ajos y cebollas que solo mal aliento dejaron en nuestro interior. El amor de Jesus nos quiere viendo hacia Èl, quien es la consumación de nuestra fe. Ningún tiempo pasado fue mejor que el tiempo de hoy.
SOLI DEO GLORIA