1 Reyes, 10:3 “Y Salomón contestó todas sus preguntas…”
¿En donde aprendimos a ser padres y madres? ¿En que universidad nos hemos graduado para poder desarrollar ese importante papel? Todos hemos aprendido a ser padres siendo padres. No hay escuela o universidad, ni aún cursos por correspondencia para poder aprenderlo.
Nos enseñan nuestros hijos. Algunas veces reprobamos la clase, otras, por suerte o bendición pasamos el grado màs o menos. Pero todos, todos, sin excepción, hemos fallado de alguna manera. El resultado lo vemos cuando nuestros hijos ya son grandes y es entonces cuando nos damos cuenta qué tal trabajo hicimos en ellos.
Hubo una vez un padre de un hijo único que se le pidió una noche que fuera a un monte a tres dìas de camino de su aldea a sacrificarlo en un altar. Sacrificarlo significaba matarlo de una puñalada en el corazón. Luego incinerar su cuerpo puesto sobre leña ardiente y dejarlo allí abandonado. La Voz le llegó del cielo y este padre supo quién le estaba hablando: Era su Amigo, el Eterno. Al dìa siguiente, cuenta la historia, se levantó muy de mañana, no le dijo nada a su anciana esposa quizá para no hacerle daño, y, seguido por dos criados y dos mulos llevando los aparejos, tomó a su único y amado hijo y poniendo quizá su brazo sobre sus hombros para darle el último cariño, emprendió la marcha al lugar que Dios le diría.
Los niños y los jóvenes son preguntones. Les gusta preguntar de todo. Y ese hijo, Isaac, no era la excepción. La primera pregunta que hizo fue: Si llevas el fuego, la leña y el cuchillo, ¿en donde está el cordero? Fueron preguntas que traspasaron el corazón del anciano padre. ¿Qué mas preguntas haría esos tres largos dìas con sus noches, ese muchacho al padre angustiado? La Biblia no nos dice, pero basta con ser padres para saber que los hijos hacen muchas preguntas que a veces nos incomodan: ¿Y cuando yo nací tú eras esposa de mi papá? ¿Por qué cuando era chiquito escuchaba gritos y golpes en tu cuarto, papá? Una vez, me recuerdo, vi a mi mami llorando, ¿fue porque le pegaste? Mami, ¿y mi papi se fue de la casa porque no se sentía amado por ti? ¿Quizá lo tratabas mal? ¿Y en el álbum de fotos por qué tu y mi papi no están tomados de la mano? La cara que veo en la foto de tu boda, mami, no sonríes, ¿es porque no querías casarte con mi papi? ¿Y por qué tuve que crecer sin papá?
Preguntas que solo los hijos se atreven a hacer. Y a veces son muy difíciles de responder. Pero llegará un dìa quizá no muy lejano que tengamos que hacerlo. Duro, ¿verdad? Pero es que nosotros también fuimos hijos e hicimos muchas, muchas preguntas.
SOLI DEO GLORIA