No. 1: LA DESOBEDIENCIA
¿Qué es desobediencia? Se define como el acto de revelarse contra la voluntad y los preceptos de Dios. Proverbios 28:9 dice “el que aparta su oído para no oír la ley, su oración también es abominable”.
Esta “ley” son los preceptos o mandamientos de Dios, manifestados en Su Palabra. Por medio de este versículo, el Señor nos advierte que, si alguien cierra el interior de su corazón ante Sus mandamientos, su oración será rechazada; es decir que le será abominable, pues ante todo desea nuestra obediencia.
1 Samuel 15:11: “Me pesa haber puesto por rey a Saúl, porque se ha vuelto de en pos de mí, y no ha cumplido mis palabras.”
En 1ª. Samuel 15, se nos relata sobre Saúl, un hombre que Dios había seleccionado para ser rey y dirigir al pueblo de Israel. El profeta Samuel, por instrucciones del Señor, llegó a ungir a Saúl para ese propósito, y le dijo: “está atento a las palabras de Jehová”. Samuel le dio también instrucciones del Señor: debía empezar la lucha contra Agag, rey que ha estorbado al pueblo Israelita. Le dice que destruya todo lo que está en el reinado de los Amalecitas incluso al mismo rey, pero ¿qué hizo Saúl? Saúl los derrota, pero decide perdonar la vida de Agag y dejar para sí mismo lo mejor de las posesiones de los Amalecitas, en otras palabras: desobedeció a Dios.
Prontamente, Dios dice a Samuel: “Me pesa haber puesto por rey a Saúl, porque se ha vuelto de en pos de mí, y no ha cumplido mis palabras”. A causa de la desobediencia Saúl es desechado por el Señor para siempre.
1ª. Samuel 15:22: “Ciertamente el obedecer, es mejor que los sacrificios”.
¿Te ha pasado que en algunas ocasiones puedes hacer lo bueno, sabes que debes hacerlo para Él y, sin embargo, no lo haces? ¡A mí me ha ocurrido muchas veces, consciente o inconscientemente!
Un hermano comentó sobre el testimonio de una mujer cristiana, cuya vida no era fácil: los problemas la seguían, vivía una vida tormentosa, de esas que traen truenos y relámpagos y que asustan. En ocasiones contaba como sufría calumnias, desprecios y humillaciones, las cuales inundaban su vida de frustración. Cada vez que tomaba una decisión o hacía un comentario, se levantaban críticas a su alrededor, como una nube de polvo, que la cegaba y asfixiaba. Llegó a un punto en que sólo anhelaba calma, paz, sosiego y ante todo le interesaba recibir, en medio de toda aquella vida turbulenta, un refugio en la cálida ternura del Rey de Reyes.
Ella, como todos nosotros tenía límites, pero decía que la Palabra le mandaba a airarse, pero no pecar, a amar a quienes nos hacen daño y a no vengarse. Decía que debía hacer lo bueno, aunque fuera a su más atroz enemigo. El hermano expresó que le costó entenderla; lo más impactante para su vida, fue que cada vez que ella pasaba esta situación, ella doblaba sus rodillas y pedía todo tipo de bendiciones por aquellos que le impedían tener paz, ella se mostraba herida, pero sabía que tenía que ser compasiva con ellos, y se presentaba con frecuencia en sus momentos de oración como inmunda, porque en algún momento los pensamientos de ira y venganza habían llegado a su mente. Era una mujer que había decidido obedecer, y que sabía que debía seguir la Cruz de Cristo, aún si eso le significaba humillarse y ceder. Aun teniendo el poder secular para destruir a sus enemigos, trataba de ayudar cuando podía. El hermano dijo que de esta mujer ha aprendido la compasión por aquellos que nos quieren dañar. Aprendió que lo que sucede día a día se convierte en una oportunidad para amar y mostrar el amor de Cristo a otros. Cada vez que a ella le sobrevenía un problema, corría presurosa a la presencia del Señor, a descargar cualquiera cosa que fuese su situación. Actualmente ella continúa en la iglesia, tratando de serle fiel al Creador.
El hermano comenta que el mejor legado que le ha dejado esta mujer fue que se debe seguir imitando a Cristo, y que en ese tipo de situaciones no se debía de mirar cómo actúan los demás, sino que se debe actuar como Cristo quiere que hagamos. Como seres humanos en este mundo, nuestra tendencia y designios de los pensamientos en nuestro corazón es el mal. Dios lo ha descrito así:
Génesis 6:5: Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal.
Supliquemos a cada momento ser obedientes a la Palabra del Señor, que El Todopoderoso examine nuestro corazón a cada instante de nuestra vida, que Dios nos de arrepentimiento genuino, convicción de estar dispuestos a obedecer, incondicionalmente y a la brevedad posible. Solo en las fuerzas de nuestro Dios, con decisión y firmeza seremos mejores personas y creyentes cada día con el Padre y con los que nos rodean.
Proverbios 28:13: “El que encubre sus pecados, no prosperará, más el que los confiesa y se aparta, alcanzará misericordia”.
Debemos confesar a Dios hasta la última desobediencia y apartarnos de esa situación de encubrimiento para alcanzar el favor del Señor, demostrándole sobre todo que lo hacemos por amor a Él, pues el Señor no nos paga de acuerdo con nuestras iniquidades, Sus misericordias son nuevas cada mañana.
Isaías 55:7 (Versión NTV): Que los malvados cambien sus caminos y alejen de sí hasta el más mínimo pensamiento de hacer el mal. Que se vuelvan al SEÑOR, para que les tenga misericordia. Sí, vuélvanse a nuestro Dios, porque él perdonará con generosidad.
Recordemos también que no debemos abusar de la Gracia de Jesús, porque en Proverbios 3: 11- 12 nos habla acerca de Su disciplina: No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, Ni te fatigues de su corrección; Porque Jehová al que ama castiga, Como el padre al hijo a quien quiere.
Con el amor de Cristo,
Helen de López