Mateo 27:55 “Y muchas mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirle, estaban allí, mirando de lejos…”
Vamos a descifrar un concepto: Los biblistas traducen que la mujer es vaso “màs frágil” y eso ha hecho que ellas se sientan eso: frágiles. Pero un estudio un poco màs profundo de lo que realmente dijo el Espíritu Santo, es que la mujer es “mas sensible”. A eso se refiere que es frágil, sensible al dolor, sensible a la necesidad de otros, sensible a la belleza, al canto de un ave, a las lágrimas de un niño, a la soledad de un enfermo.
¿Quienes estuvieron al pie de la Cruz cuando Jesus estaba siendo crucificado? No fueron los muchachos. Porque si usted va a un hospital, quienes permanecen màs tiempo esperando el último resultado de su amigo, de su amiga o su hijito o un padre…es la mujer. Los hombres funcionamos de otra manera. Somos pragmáticos. Aunque el paciente esté a punto de morir le hacemos una última broma, le contamos un ultimo chiste, entramos a su cuarto de hospital y decimos como si nada “buenos dìas”, o a una sala de velaciòn en una funeraria saludando con un “buenas noches”, queriendo ser educados. ¿Que tiene de bueno un cuarto en donde está dando sus últimos respiros un amigo o hermano? ¿Que tiene de buena una noche en que están velando a un hijo en una funeraria? Pero así somos los hombres. Las mujeres no. Ellas son cuidadosas en extremo. Lloran con los que lloran y gimen con los que gimen.
En la cruz están matando a un Hombre. Un Hombre que fue un gladiador en toda forma. Está sangrando por todos los poros de su cuerpo. Sus amigos lo han abandonado. Están afuera escondidos. No aparecen para darle un último adiós a su Maestro. Anoche tuvieron una cena invitados por Èl pero hoy se han olvidado de ir y darle un ultimo adiós. No así las mujeres. Ellas no cenaron con Èl, pero allí están, al pie de su madero, llorando por èl, gimiendo por èl, esperando a ver qué pueden hacer todavía para darle un poco de consuelo y esperanza. Me quito el sombrero ante esa clase de mujeres. En verdad que son el puro reflejo de Dios para que aprendamos de ellas. No, mis respetados hombres. Su esposa no es solo màs frágil en sus emociones, es, sobre todo, màs sensible a las emociones de otros. ¡Son asombrosas!