Juan 11:44
“No, no nos engañemos. En la Iglesia donde quiera que se congregue, hay personas atadas a su vieja manera de vivir. Es por eso que hay tantos malos testimonios de conversión a Jesus. Nosotros los pastores no nos hemos ocupado de cumplir la orden menos obedecida y nunca enseñada de Jesus: “Desatadlo”. Llamamos a la gente al altar a hacer una rápida oraciòn, a repetir frases que ni sabe qué significan, a derramar un par de lágrimas, se le envía a la librería a comprar su biblia, su himnario, su corbata y a servir, caballero o señora. ¿Eso es todo? Si. ¿Ya soy salvo? Si. Si me muero hoy, ¿me voy al cielo con Jesus a encontrarme con mi mamá? Si. Bueno, qué fácil es ser cristiano entonces.
¡Momentito! No tan de prisa. Porque resulta que si no se muere hoy y todavía le quedan unos años màs de vida, le falta algo mi querido recién convertido: Que lo desaten. Que lo desaten de esas ataduras como las que tenía Lázaro cuando fue resucitado. De lo contrario, serà una persona màs con corbata con el logo de su Iglesia, su biblia bajo el brazo y con sus adulterios, borracheras, violencia contra su esposa e hijos, palabrotas de callejero y sus mismas costumbres mundanas. Tiene que ponerse en las manos de alguien que lo desate. Porque, así como Lázaro no podía quitarse esas vendas sino que tenían que hacerlo los encargados, así usted y yo no podemos hacerlo solos. Necesitamos a alguien que nos ayude a ser libres, no del pecado, pero si de las ataduras que nos persiguen. ¿Me dice amén, señorita? Usted también tiene que dejar sus minifaldas porque ahora pertenece a otro Reino. Dejar sus escotes que muestran su cuerpo e incitan a sus hermanos, sus ropas ceñidas que todos critican, el coqueteo, la mirada invitadora y sugestiva.
¡Ah! pero primero empecemos por el pastor: ¿Ya lo desataron siervo? ¿Ya dio el ejemplo? ¿Ya no mira con lujuria a las hermanitas cuando pasan al altar? ¿Ya no engaña a su esposa con subterfugios? ¿Ya no se gasta el dinero de la congregación en sus “gustitos” personales?
SOLI DEO GLORIA