Cuando Pablo y Silas estaban cantando en su prisiòn y el Señor derribó las puertas de la càrcel, el carcelero, asustado y afligido, al ver el Poder que se manifestaba en la vida de esos prisioneros, comprendió que solamente un Dios como el que ellos adoraban podía ser capaz de liberarlos de esa forma. Y desde lo màs profundo de su corazón hizo la pregunta del millón: ¿Qué debo hacer para ser salvo?
Esa pregunta ya no se escucha en los labios de la gente que va a la iglesia y sufre, que pasa penalidades y que necesita urgentemente encontrar la salvación y por ende, la sanidad de sus cuerpos, ser libres no solo del pecado pero también del sufrimiento humano que la vida les provoca.
Hoy la pregunta es: ¿Que debo hacer para tener dinero? ¿Que debo hacer para conseguir una esposa que me mantenga y me sirva? ¿Que debo hacer para conseguir me casa, mi empleo, mi carro y mi visa para viajar?
Ya no se escucha esa pregunta en boca de nadie porque lamentablemente, nosotros los cristianos hemos dado a entender que Jesus vino solo a solucionar problemas financieros a aquellos que entren a un templo, problemas de divorcio, problemas con el jefe y con los vecinos. Pero nadie dice primero lo primero: Que Jesus vino a salvar lo que se había perdido. Y lo que se perdió no fue la billetera de nadie, fue su alma, su futuro y su eternidad.
Ya es hora que nosotros los cristianos volvamos a nuestro primer amor y mostremos las Bondades de nuestro Dios, que mostremos que la salvación de la que hemos sido objeto por la Gracia de Cristo sì funciona para vivir contentos y agradecidos y hablar de sus maravillas y portentos. Después, claro, hablemos de los milagros.
SOLI DEO GLORIA