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lunes, diciembre 23, 2024

Oración, esperanza y solidaridad

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La más poderosa y fuerte arma que el ser humano pueda tener es la oración.
La oración rompe el mundo natural, para que el mundo espiritual prevalezca; los pastores, el liderazgo ministerial debemos hacer uso de forma más frecuente de esta herramienta maravillosa que el Señor nos ha dado, utilizada como una oración intercesora, o una oración de clamor, una oración de declaración y autoridad, como una oración de arrepentimiento, perdón y misericordia, o la oración de restitución, todas ellas son necesaria para nuestro territorio.
El Salvador por su posición geográfica es muy común que reciba debacles naturales, terremotos, tormentas, etc. La iglesia ha aprendido a reaccionar y atender, acompañar y solidarizarnos con las personas que se encuentran en profunda necesidad, de dolor o de luto, de hambre o de frio por los acontecimientos; no podemos humanamente prevenir, pues no está en nuestras manos, trabajos de prevención, sino en autoridades gubernamentales y municipales de acuerdo a la ley, sin embargo creo que es muy importante que mantengamos siempre una oración por la tierra.
La Biblia es clara en motivarnos a humillarnos, buscar de Dios y apartarnos del mal: “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.” 2 Crónicas 7:14
Como también es importante que nos pongamos en medio de la situación, no que nos escondamos sino que accionemos y seamos un estandarte que clame por un cese de toda amenaza de catástrofe: “Entonces Aarón hizo como Moisés le dijo y corrió entre el pueblo. La plaga ya había comenzado a matar a la gente, pero Aarón quemó el incienso y purificó al pueblo. Se puso entre los vivos y los muertos y se detuvo la plaga.” Números 16:47 y 48
Es importante que tengamos mayor conciencia de nuestra función, antes y después.
La iglesia tiene una acción espiritual, pero también social que realiza, está a las órdenes de las autoridades gubernamentales, municipales y legislativas para la ejecución de cualquier acción solidaria que beneficie de manera oportuna a quienes más lo necesitan.
La iglesia es pregonera de paz, aunque nuestra primera reacción humana ante un cataclismo es de incertidumbre, sabemos que Dios está por encima de un siniestro, y nuestra tarea es trascender, estableciendo puentes entre el necesitado y Dios.

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