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sábado, diciembre 28, 2024

Consejos para una vida de oración (primera parte)

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Salmos 55:17
“Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré, Y él oirá mi voz.”

Como seres humanos imperfectos que somos, tú y yo adquirimos hábitos buenos y malos. Podemos adquirir el hábito de alimentarnos con comidas chatarra o podemos decidir alimentarnos saludablemente con vegetales, frutas y alimentos bajos en grasas y harinas. Podemos, entonces, seguir libremente buenas o malas costumbres. Nosotros definimos que hábitos hemos de adoptar.

Así también, como creyentes, podemos decidir alimentarnos espiritualmente para pelear las batallas que libramos en este mundo o podemos decidir enfrentarlas en nuestras propias fuerzas, alejados de Dios. Jesús dijo: “en el mundo tendréis aflicción, pero confiad yo he vencido al mundo” (Juan 16:33)

Por estas razones, y muchas otras, debemos adquirir el hábito de la oración, de la alabanza, de escudriñar Las Escrituras, ya que son vitales para nuestro andar cristiano, como el oxígeno lo es para vivir.

Como hemos visto anteriormente, es más fácil orar cuando las cosas están mal, ya que llegamos quebrantados, agobiados, ansiosos y preocupados delante del Señor y eso está muy bien…. pero luego que pasa la prueba, cuando la tempestad se ha terminado, ¿qué sucede?, regularmente se activa nuestra naturaleza desagradecida, olvidándonos del enorme poder que ha emanado del Señor en nuestras vidas para sacarnos de las pruebas.

No es difícil caer en la falta de interés por orar, ya que incluso nos podemos atener a que otros interceden por nosotros y así acomodarnos. Las oraciones de otras personas son valiosas y agradables, pero para sentir en realidad la plenitud del gozo de estar en la presencia de Dios, debemos de estar a solas con Él, todos los días. Mientras más tiempo pasamos a solas con Dios, nuestro ser interior será fortalecido en gran manera. La oración, entonces, debe volverse en una diaria necesidad para nuestra vida.

¿Qué sucede cuando conversamos con Él? Muy fácil: se enderezan nuestras veredas y cambia radicalmente nuestra vida. El Señor, en Jeremías 33:3, nos dice: “Clama a mí y Yo te responderé y te haré ver cosas maravillosas y ocultas que tú no conoces”.

Tenemos que ser obedientes al llamado, ya que en Romanos 2:13, nos advierte: “Porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados”. La pregunta es: ¿tú eres un oidor o un hacedor? Podemos caer en el error de enseñar a otros a clamar, orar, alabar, ayunar, adorar, etc., pero lamentablemente no llevarlo a la práctica personal. Tristemente desde ese momento empezamos con la desobediencia, pues Dios nos llama a ser intercesores y testificar de Su reino con nuestro ejemplo.

Romanos 2:21. “Tú, pues, que enseñas a otros, ¿No te enseñas a ti mismo?”

CONSEJOS PARA ORAR FRECUENTEMENTE

Te sugiero que vuelvas a leer la parte II de las “Barreras de la Oración que te impiden una relación profunda y otras que estorban tus oraciones, así como el capítulo 21 “Tu tiempo de intimidad con Dios”, en el cual te compartí los pasos fundamentales para tener ese tiempo especial de oración. Ahora quiero resaltarte algunas sugerencias adicionales para que puedas orar de manera frecuente:

A. Promete día a día al Señor que hablarás con Él

Eclesiastés 5:4-5. “Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque Él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes. Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas”.

El pasaje anterior seguramente te motivará a cumplir tu promesa de orar. Puedes iniciar diciéndole lo siguiente: “Señor te prometo levantarme a orar”, hazlo día a día, luego auméntale, lo siguiente: “lo haré Señor a tal hora, en tal lugar”

¿Por qué debes hacerlo así?, porque como seres humanos somos débiles. Si llegares a creer que por tu propia voluntad lo vas a hacer, con mucha probabilidad terminarías faltando a tu promesa. Así somos los seres humanos, no te preocupes, Él lo sabe.
Si, por el contrario, lo pones en las manos del Señor, experimentarás ese gozo, seguridad y fortaleza para hacerlo, ¡apoyo que solo Él nos puede dar! Te volverás dependiente de ese tiempo, ya que se convertirá en un deleite maravilloso. En nuestros corazones debe estar ante todo la reverencia al Creador, porque estoy prometiendo algo y no tengo que fallarle, por esto te insisto nuevamente: empieza con metas pequeñas.

Cuando yo no he tenido mi cita o tiempo con mi Señor, me siento temerosa e insegura y me comparo como una niña en medio de un bosque oscuro, que tiembla de miedo, que se siente débil sin Su protector. El Señor dice en el Salmo 91: “El que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente”. Solamente en la medida que habitemos en la presencia del Padre, podremos estar seguros bajo la sombra del Dios Viviente.

B. Selecciona un horario para orar y
programa la alarma de tu celular

Salmos 63:1
“Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas.”

El celular no sólo debe servirte para programar tu alarma, también úsalo con propósito, programando tu tiempo a solas con Él y hasta alabanzas para Él (aquí te servirán las apps, YouTube) ¡para dedicárselas y cantarle con genuina adoración, durante tus momentos de oración!

El próximo lunes, publicaremos los próximos consejos, no te los pierdas.

Con el amor de Cristo,

Helen

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