Cada gobernante debe dar cuenta de sus actos, delante de los hombres y/o delante
de Dios. Una de las maneras en las que una persona noble o en autoridad busca
encontrar gracia con las personas es dando regalos y el contexto de esta frase es
sugestivo: dar regalos para soborno. Un buen gobernante debe administrar bien los
recursos del pueblo para el servicio del pueblo mismo, pero no para buscar otro tipo
de metas o intereses. Por otro lado, no debemos caer en el juego de buscar los
favores, es decir que nos “guiñe el ojo” o que gocemos del beneplácito de las
personas en autoridad, no vendamos nuestra primogenitura por un plato de frijoles.