San Juan 1:12. “Mas a todos los que le recibieron, A los que creen en Su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.”
¡Te puedes imaginar que privilegio tan grande tenemos!, el acercarnos a Nuestro Padre que está en los cielos, al Poderoso Gigante, Al Dios Viviente, Al Dios de eternas misericordias. Acercarnos a Nuestro Padre quién ha creado los cielos, la tierra, el universo, a toda criatura viviente, ¡a nosotros!
El inicio de tu oración podría empezar así: “Padre Nuestro…, Papito…” La oración es un privilegio para los hijos de Dios. Si somos hijos de Dios, tenemos la bendición de pedirle y acercarnos a Él con confianza, sabiendo que Él está allí atento y cercano cuando lo buscamos con sinceridad. ¿Porqué con sinceridad? porque aun cuando no tenemos ganas de hablar con Él, es necesario decírselo y pedir que nos ayude a tener esa relación más profunda con El. Al acercarte así al Señor, nos ayudará a darnos un corazón sensible y dependiente de Él. Nuestro Padre nos ama incondicionalmente que hasta envió a Su propio Hijo: A Jesús, para morir por nosotros, por nuestro pecado, y para que tú y yo pudiéramos llegar a tener una relación con El.
Juan 3:16-17. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.”
En mis primeros años de creyente yo no asimilaba muy bien esto. No podía entender como mi Padre me amaba tanto. Las relaciones con mi papá terrenal fueron en mucho tiempo muy frías y distantes. Mi papi fue estricto y riguroso conmigo, pero yo no entendía que era una forma en la cual me demostraba su amor. Ahora él ya ha fallecido y mis lágrimas han fluido al estar desarrollando este capítulo. Aun cuando ya había recibido a Jesús, dentro de mí, había muchos recuerdos y resentimientos contra él. Mi papi no era perfecto, como no lo somos ni tú ni yo, pero desde que tuve una relación profunda con el Señor, comencé a cambiar mi perspectiva de las cosas. Entendí que como hija o madre no soy perfecta, que tengo equivocaciones, que cometo errores, pero que amo a mis hijos. Así aprendí a honrar a mis padres terrenales, demostrándole mi amor, mi gratitud, mi respeto, pero esto sucedió porque experimenté el amor de mi Señor; Quien, aunque soy imperfecta, un ser humano que es infiel, miserable dentro de mí, Me ama y me ha mostrado Su amor incondicional. No me ha pagado conforme a mis iniquidades. He tenido Su favor, Su Consuelo, Su provisión, Su ayuda. ¡El nunca me ha dejado!
2 Corintios 1:3. “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación.”.
¡Ten en mente que le hablas a un Dios Poderoso que está en los cielos!
Jeremías 10:12-13. “El que hizo la tierra con su poder, el que puso en orden el mundo con su saber, y extendió los cielos con su sabiduría; a su voz se produce muchedumbre de aguas en el cielo, y hace subir las nubes de lo postrero de la tierra; hace los relámpagos con la lluvia, y saca el viento de sus depósitos.”
Siempre ten en mente, que a quién le estás hablando es al que está sentado en el Trono, estás delante del Rey, un Padre poderoso, dueño absoluto y creador de los cielos, y de todo lo visible e invisible. Mira el firmamento, las estrellas, los océanos, todo…. y observa el poder tan grande de nuestro Dios. ¿Quién, sino solo Él, los ha hecho? ¡Es nuestro Dios Poderoso, Majestuoso!
Salmo 19:1. “Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos”.
Nosotros tenemos un Dios Real, un Dios vivo. Jeremías 32:17. “Oh Señor Jehová! he aquí que tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, y con tu brazo extendido, ¡no hay nada que sea difícil para Ti”!
Con el amor de Cristo,
Helen