Juan 18:19 (LBLA) “Entonces el sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de sus enseñanzas”
Los rabinos del tiempo del Segundo Templo tenían una cualidad: cuando enseñaban a sus discípulos, se sabía que más de alguno iba a sobresalir de entre ellos y podría ser un fiel representante de sus enseñanzas. Shamai, Hillel y Gamaliel, que eran los más reconocidos rabinos de ese tiempo, tenían alumnos que iban a revolucionar el mundo judío con lo que aprendían de sus maestros. Saulo, por ejemplo, que era alumno de Gamaliel, se volvió un enemigo del sistema legal cuando fue llamado por Jesus a su servicio.
Entonces, no es de extrañar que el sumo sacerdote le haya preguntado a Jesus la noche de su juicio quienes eran sus discípulos y qué les había enseñado. El sumo sacerdote no estaba tan preocupado por Jesus porque ya lo tenía en sus manos. Su verdadera preocupación eran sus alumnos. Él sabía que si estaban bien enseñados por su Maestro, se iban a convertir en un peligro para su religión como lo había sido su Mentor. Y tenían razón. Poco tiempo después, en Hechos encontramos una frase que muestra su temor. Los alumnos Pedro y Juan han sanado a un cojo muy conocido en su medio ambiente. Se formó un escándalo en el pórtico del Templo y los sacerdotes confirmaron sus temores. Se había iniciado una revolución religiosa y sus cimientos empezaron a temblar, tanto que dijeron: Hechos 4:16 “¿Qué haremos con estos hombres?” Y usted puede leer el resto de la historia.
Entonces, la pregunta válida de nuestro tiempo es: ¿Está usted tan bien enseñado en las Escrituras que los demás tengan temor de que sus bases teológicas, religiosas y sociales sean removidas a causa de su conducta? ¿A causa de sus palabras? ¿Confronta usted a los demás con su estilo de vida? Porque si su Maestro es Jesus, tienen que tener temor que su sola presencia les haga sentir incómodos. ¿Es así?
SOLI DEO GLORIA