SÚBDITOS DEL REY
Seguramente has escuchado esta frase “Venga Tu reino”, que a veces puede ser usada a la ligera pero sin embargo, es una petición profunda. Significa que todos vivamos conforme a Sus principios, mandatos e instrucciones. Debemos clamar que “Su reino” venga a nuestras vidas – primeramente – a nuestro matrimonio, a nuestros hijos; que nosotros no decidamos hacer las cosas de acuerdo con “nuestro propio reino”, sino por medio de las instrucciones de la Palabra.
Cuando pienso en un reinado, me traslado a Inglaterra, y observo a sus habitantes, cada uno de ellos está dispuesto a seguir las instrucciones de su rey. Así es el reinado de Dios, somos sus hijos, Él establece límites, normas de comportamiento que nos ha dejado en la Biblia. Estos principios para nosotros son de bendición, pues hace que vivamos en paz con los demás, sin contiendas.
Imagina si nadie tomara venganza contra otros, si nadie robara, asesinara o irrespetara a otro, la tierra estaría en completa paz, sin guerras, no habría víctimas: y esto ¿por qué? Estaríamos sujetos a la autoridad del Señor, con amor, como estuvieron nuestros primeros padres terrenales.
Confiesa tus incumplimientos al Rey
Por favor detente, pregúntate, ¿estoy dejándome guiar por el reino de Dios? Revisa y medita, si tienes áreas donde no está reinando El Señor, confiésalo a Él, pide perdón, clama invocando su ayuda; finalmente, toma la decisión para hacer las cosas de acuerdo con Su Reino.
Pide que el reino de Dios venga a tu familia
¿Que harás si veo a un hijo muy alejado de los principios cristianos, hundido en las mentiras de este mundo, hundido en el licor o en otras cosas no agradables?, ¿Qué harás para ayudar a una familia que afronta situaciones de dolor, donde las rencillas y las contiendas son el pan diario, donde el abuso verbal, físico, psicológico o faltas de respeto, son el estilo de vida cotidiano?, ¿Qué harás si tienes familiares que no conocen a Dios?, ¿Qué harás por aquellos amigos, compañeros o vecinos que no tienen el reino de Dios en su manera de vivir? ¿Qué de aquellos que sufren la opresión de la maldad? Primeramente, debemos pedir porque el reino del Señor venga a estas personas heridas.
Vemos a niños abandonados, ancianos por las calles mendigando pan, ¿Qué debemos de hacer nosotros? ¿Nos quedamos ahí sintiendo lástima por ellos? ¿Nos quedamos ahí exhaustos y con la esperanza pérdida? Pues ¡no! Levantémonos, derramemos como agua nuestro corazón ante la presencia del Señor, alcemos nuestras manos, pongámonos la armadura de Dios que es su Palabra, la espada del Espíritu ceñida permanentemente a nuestra cintura, imploremos por todos ellos y por nosotros mismos.
Lamentaciones 2:19
“Levántate, da voces en la noche, al comenzar las vigilias; Derrama como agua tu corazón ante la presencia del Señor; Alza tus manos a él implorando la vida de tus pequeñitos, que desfallecen de hambre en las entradas de todas las calles”
Clama por las Naciones
Adicionalmente, en Mateo 24:14 Jesús dijo que el Evangelio del reino sería predicado en todo el mundo y entonces vendría el fin. Es nuestro deber como hijos de Dios, clamar para que Dios envíe obreros a Su mies y les provea todo lo necesario, a fin de llevar el Evangelio de Salvación a toda criatura. Debemos rogar por la evangelización mundial, por millones de almas sin Cristo, para que escapen de la condenación, pues sin Jesús no tendrán la vida eterna, porque sin Él no sabrán a quién pedir auxilio en momentos de angustia, de tribulación.
Debemos clamar por obedecer al llamado de la Misión y esto empieza por nosotros, dando testimonio a otros que no lo conocen pero también intercediendo, por quienes anuncian las buenas nuevas en otros lugares de la Tierra, sirviendo en entornos de varias culturas (transculturales).
Debemos rogar también por todos aquellos que están sin esperanza, que no tienen ni siquiera un versículo de la Biblia en su idioma. Clamemos por quiénes profesan el Islam y las demás religiones y sectas, que están alejadas de la verdad del Evangelio. ¡Que acto de amor al orar de esta manera!, pues atendemos en oración primero al prójimo antes que nuestras necesidades. Así lo enseñó Jesús.
Clama de todo corazón y, si no lo sientes, pide al Señor que te dé amor por los que están sin Cristo, sin esperanza. Que te dé un anhelo genuino para que otros, junto con nosotros, podamos llevar la Palabra a toda criatura, para que todos los que están bajo el yugo de los reinos de este mundo, puedan formar parte del reino de Nuestro Padre, seguir las instrucciones del reinado del Dios viviente. Jesús mismo nos enseña a pedir por aquellos que aún no le conocen, por aquellas personas que no han entregado su vida a Él.
Mateo 9:37-38
“Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha,
mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.”
Con el amor de Cristo,
Helen