Mateo 1:5-6 “Salmón engendró, de Rahab, a Booz, Booz engendró, de Rut, a Obed, y Obed engendró a Isaí; 6 Isaí engendró al rey David…”
Despreciada, criticada, utilizada, rebajada al nivel mas bajo de la sociedad. Para los altos jerarcas de la sociedad de aquel entonces, esa “muñeca rota” como la llama Junior Zapata, no era más que una dama de compañía que usaban en sus momentos de vicio y bajezas morales.
Tenía una familia que alimentar. Seguramente tenía hermanos que la habían desechado como un papel viejo por el oficio que desarrollaba para enviarles el pan de sus mesas. Seguramente sus padres se habían sentido ofendidos porque su querida hija se había dedicado al oficio menos honroso que ha existido jamás.
Era candidata perfecta para pasar anodinamente por la vida. Una mujer más. Unos dicen que era profetiza pero la mayoría de los cuatro evangelistas dicen que era ramera. Lo repiten una y otra vez quizá para hacer mella en las conciencias puritanas que evitan hablar de ella. Y, por avatares del destino, unos hombres se acercan a su casa, y ella, como lo que era, conocía los secretos más secretos del alto mando militar de Jericó. Y protegió a los espías. Y les dio información sobre los puntos vulnerables de la ciudad. Y les pidió a cambio de ese favor, que le hicieran otro favor: que salvaran a su familia del desastre que se aproximaba. Usted conoce la historia.
Y, por esos mismos avatares de la vida, un príncipe de la tribu de Judá vio, no lo que había afuera de esa mujer. Vio lo que había dentro de ella. Pudo ver que dentro de ella había una princesa, una mujer destinada a ser reina y no ramera. Una mujer que envolvía dentro de sí un hermoso diamante que podía ser pulido, abrillantado y puesto en la corona nupcial de su vida.
Y Salmón no se equivocó: de su vientre salieron los príncipes que fueron antecesores de dos reyes: El rey David y el Rey Jesus.
¿Se molesta por su pasado? Hable con Rahab y ella le contará como fue cambiado su destino y el destino del pueblo de Israel. Ser parte del árbol genealógico del Rey del Universo no es poca cosa, mis amigas que leen estos Bocaditos de pan.
SOLI DEO GLORIA