Ser pastor este año es totalmente distinto a cualquier otro año de mi vida, no estuvimos reunidos en una estructura física pero pudimos llegar a las casas a través de los dispositivos electrónicos, la palabra de Dios se compartió más que en cualquier otro año, alcanzando a jóvenes, niños y adultos sin interrupción hasta 2 veces en el día, sin embargo, la labor no fue exclusiva de este servidor, sino de un apasionado grupo de personas que tomaron la responsabilidad de cantar, adorar, tocar un instrumento en una casa mientras otro cantaba en la otra, y alguien más predicaba en su hogar, por otro lado alguien editaba para poder realizar la transmisión, más el acompañamiento del equipo administrativo de la iglesia, creo que en gran medida es una experiencia muy similar que nos tocó vivir a mis amigos consiervos.
22 años pastoreando una iglesia significa ser comprometido con la agenda y sus diferentes actividades (Bodas, cumpleaños, etc), sumada la labor social, más la responsabilidad pública de participación en foros entre otros espacios. Este año se intensificó el acompañamiento a quienes sufrieron perdida de seres amados, estuvimos en sus sepelios, puedo contar 11 entierros Covid-19, perdí la cuenta en 120 familiares o miembros de la iglesia que en medio del periodo de cuarentena se contagiaron pero que salieron adelante, Dios conoce los propósitos y a nosotros nos toca ser agradecidos.
Las llamadas a las personas durante la cuarentena se convirtieron en un método vital de pastoreo, para hacer esta pregunta tan importante ¿Cómo está?, una sola llamada en la cuarentena es mucho, hay personas con un nivel de complejidad para establecer contacto, que se les dificultó congregarse o reunirse, de la misma manera sé que ellos en sus responsabilidades diarias estuvieron sacando adelante lo que debían sacar, ya llegará el tiempo del reencuentro, en línea o en físico.
Una iglesia no es solo el pastor, una iglesia es todos sus integrantes y el que hacer de cada uno de ellos, es dicha de un pastor tener una congregación consiente y congruente de las necesidades de su casa, de estar pendientes de la oración, de la intercesión, acompañando a cada momento. Ser pastor en el 2020 representó una experiencia completamente diferente, ha sido un espacio para desarrollar con mayor intensidad el propósito para el que hemos sido levantados por Dios.