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jueves, abril 25, 2024

La escuela del año 2020

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Es en la situación que se vive, que Papá Dios cambia el corazón.
¡Un día a la vez! ¡Dios tiene el control! ¡No pasa nada!. ¡Ya no tengo tiempo para perder el tiempo!, son frases que me escuchas decirte, pero se hacen vida cuando en realidad aprendemos a aplicarlas en nuestra vida cotidiana; y, es hasta entonces que comenzamos a disfrutar sin afanes la aventura hermosa llamada “vida”, la cual es el Don más bello que Papá Dios nos regala cada mañana que estrenamos misericordias, aun cuando cometemos errores.
Sentada en la pequeña terraza de mi casa, a primera hora de la mañana donde platico con Papá Dios con mi cafecito en mano y escuchando el canto de los pajaritos, comencé a hacer remembranza de todo este año y fue así que me dispuse a escribirte estas líneas para que juntos compartamos este cafecito.
Querido lector cada año comenzamos con mucho entusiasmo, esperanzas, metas, planes, hacemos agenda entre tantas otras cosas que nos disponemos hacer y es válido hacerlo y trabajar con ímpetu en ellas para que sucedan.
En medio de todo lo vivido este año, en lo personal he aprendido que esas frases que ocupo a cada momento, debo hacerlas vida en mi vida primero, pidiendo cada mañana a Papá la misericordia, ya que cada día me equivoco y cometo muchos errores.
Cuando he estado en mis procesos de los cuales te he compartido en los 21 cafecitos de mi libro “ordenando los juguetes tirados”, muchas lindas personas en sus palabras de aliento me decían que Dios era misericordioso, que de una a una me iba a ir sacando; no te voy a negar que de repente me enojaba escuchar eso, me “conmiseraba”, me “pobrecitiaba”, porque no entendía que si Papá era tan “misericordioso” como me decían, porque permitía todo lo que estaba viviendo en mi vida. Fue entonces que un día de tanto pensar, como suelo decir hasta en “la inmortalidad del cangrejo”, queriendo según “Yo” solucionar las cosas, me pregunté: ¿Qué haría Jesús?
La respuesta de Papá amorosamente no se hizo esperar y, en medio de toda la situación compleja, comencé a sentir una ansiedad envuelta en necesidad de ir a visitar hospitales de niños y de personas con cáncer, orfanatos, niños en diferentes comunidades en alto riesgo de violencia, tal como había aprendido en mi anterior trabajo secular, asilos, a personas que estaban en las calles sin hogar, atender personas en alcoholismo y drogadicción, aprendido de mi propia familia, mujeres que están en situación de violencia doméstica aprendido también de mi propia experiencia y de otro de mis trabajos seculares, apoyar el deporte en los jóvenes de comunidades alto riesgo, entre otras acciones, cada vez más y más se me presentaba la oportunidad de hacerlo y en esos momentos estaba en una de mis peores etapas de escases económica y fue así que comencé a entender que todo le pertenecía a Papá, que de Él y para Él son todas las cosas, que quien era Yo para preocuparme por el cómo voy hacer, fue así que me dispuse solamente hacerlo y vivir un día a la vez, sin afanes, pero esforzándome, siendo valiente y entendida que es Él quien tiene el control y que ya no tenía tiempo para perder el tiempo.
Mis brazos servían para llevar el abrazo de Jesús y no rechazo, mis ojos para ver con compasión y no con critica, mi boca para dar una palabra de aliento y no para juzgar al otro, mis pies para caminar hacia el necesitado y no para alejarme del camino, y mi corazón para amar sin hacer excepción de personas, o sea Papá me hizo entender que tenía que despojarme del “Yo” y fue que entendí lo que era la misericordia de Dios, porque aprendí a verlo en los demás, en efecto él ha tenido misericordia de mí, porque hasta este día es Él quien me ha sostenido y es esa la razón de mi pasión para hacer lo que hago, no por vanagloria, sino porque en ese momento sé que es a Jesús a quien abrazo y ese es un privilegio para mí. Al hacerlo estoy con la fe firme que todo lo demás viene en añadidura y hasta este día así ha sido.
En la escuela de este año 2020 que hemos vivido todos sin excepción, cada quien ha realizado su propio examen de vida para pasar al año 2021, ya que hemos vivido un año diferente, pero de mucho aprendizaje, quizá solo pude realizar un diez por ciento de todo el trabajo ministerial que tenía en mi “agenda personal”; pero, Papá ya tenía la agenda del 2020 para mí, y era el poder servirle a través de mi trabajo secular, dándome a mí misma en medio de toda la tensión vivida y que aún se vive, teniendo que estar lista con inteligencia emocional a los cambios para despojarme una vez más del “Yo” y dejar a un lado, mis sentimientos de estados de miedo, cansancio y soledad, para ello primero papá tenía que haberme hecho fuerte antes, para hoy tener la fuerza de decir que Dios sigue en control de todo, que no tengamos miedo, que no estamos solos, que la vida es el Don más bello que nos ha regalado y que el amor nunca deja de SER.
Un nuevo capítulo del libro de nuestras vidas está por escribirse este año 2021, con la lección aprendida que la agenda la dirige Papá y que, en cada meta que me disponga a realizar y encuentre una dificultad, me volveré hacer esta pregunta: ¿Qué haría Jesús?
Las dificultades que vivimos hoy, son solamente lecciones aprendidas que nos enseñan y estimulan la esperanza de vivir un futuro próspero,
Te deseo lo suficiente para el año 2021
¡Un abrazo!
Claudia Guillén
Escritora del libro
“Ordenando los juguetes tirados”
Columnista de la Prensa Cristiana y
Otros medios digitales.

#UnDíaALaVez

#NoPasaNada

#QuéHaríaJesús

#YaNoTengoTiempoParaPerderElTiempo

EditorDZ

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