Para Dios no solamente es importante lo que hacemos sino la naturaleza espiritual
de quién actúa. Si consideramos detenidamente, el sacrificio y la oración son dos prácticas de la vida que busca genuinamente a Dios, pero debemos entender que más allá de los formalismos, las liturgias o las costumbres el Señor quiere lo más
importante de nuestro ser, nuestro corazón. Solamente cuando nos rendimos completamente a su gobierno y entregamos a Cristo Jesús nuestro corazón, cambia
de raíz nuestra naturaleza espiritual produciéndose el nuevo nacimiento. SER antes que HACER, es el orden que nuestro Padre espera en nuestra vida. Renuncia a que lo
que HACES determina quién ERES y procura que lo que ERES se muestre por lo que
HACES. ¡Vive con sabiduría en acción!