Génesis 19:12-13 “Saca de aquí a tus yernos…pero sus yernos pensaban que su suegro se estaba burlando” (La Unidad)
Lot había sido totalmente mesmerizado por la cultura de Sodoma y Gomorra. Se había sumergido tanto entre dos ambientes: por un lado, tenía una pizca de temor a Dios, pero por el otro, como muchos cristianos, se había vuelto tolerante con la cultura de su entorno. Como el camaleón, había adquirido el hábito de hacerse al mundo que lo rodeaba y se cubría con los colores del pecado cuando le era conveniente en sus negocios o su trabajo.
Es decir, caminaba entre dos mundos. Secretamente recordaba al Dios de su tío Abraham. En público hablaba chabacanerías, vulgaridades y palabras profanas. Sus costumbres eran duales. Su doble moral lo empujaba a donde debía ir en determinados momentos. Con unos pocos se expresaba con un lenguaje cristiano, pero con la mayoría era carnal y callejero.
¿Por qué sus yernos no le creyeron cuando les fue a decir que Dios iba a destruir su ciudad? ¿Por qué sus yernos creyeron que Lot estaba bromeando con las cosas santas? ¿De cuando a acá nuestro suegro anda tan temeroso de Dios? ¿Por qué de pronto nos resulta tan santo? ¿Ya se volvió “aleluya”?
Risas, burlas, chascarrillos y muchas bajezas más se consiguió el hermano Lot porque su testimonio andaba por los suelos. No hay que ser sicólogo para comprender dos cosas: Primera, que aceptó que sus hijas anduvieran con sodomitas como prometidos. ¿Qué clase de padre fue este “siervo” de Dios que aceptó que sus hijas fueran a casarse con hombres perversos? ¿Por qué no las instruyó en el temor a Dios que aunque vagamente conocía? ¿Por qué no las amó tanto como para prohibirles que tuvieran relación con esa clase de gentes? Y segundo: ¿Qué clase de bromas jugaría nuestro querido hermano Lot con sus yernos? ¿Qué clase de chistes de todos colores platicaría con sus yernos este “hombre de Dios”? ¿Qué conducta tan baja tuvo que tener con ellos como para que se burlaran de él cuando les habló de lo que les venía de parte del Cielo? Con esto vemos el peligro que muchos evangélicos corren en sus trabajos o universidades cuando se hacen al estilo del mundo: Pierden autoridad para hablar de la Palabra del Señor cuando se les necesita.
Creo que los ángeles se ruborizaron cuando supieron que los yernos del hombre al que fueron a rescatar del fuego del infierno se habían burlado de él. ¡Qué lástima, Lot, que no supiste ser hombre de una sola palabra, de un solo honor, de un solo camino! Todo por tu amor al dinero, querido amigo. No se puede servir a dos amos.