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miércoles, noviembre 27, 2024

Lot y su matrimonio fallido (4 de 5)

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Génesis 19:26 “Entonces la mujer de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se volvió estatua de sal”

Todo empezó cuando los pleitos con su tío se hicieron insoportables. Según la tradición, Lot había sido adoptado por Abraham a la muerte del padre. Dicen que un tío es un segundo padre. Y para Lot eso fue cierto. Abraham lo educó, lo guió y lo enseñó a manejar sus ganados, tanto que prosperó en gran manera. Pero el sobrino, cuando ya se vio abundado, empezó a discutir con su padre adoptivo porque ya no quería recibir órdenes de quien no era su verdadero padre. Escuche las tristes palabras del bonachón del tío Abraham: Génesis 13:8 “Entonces Abram dijo a Lot: No haya ahora altercado entre nosotros dos…”

Entre nosotros dos. Eso nos dice mucho. Los pleitos empezaron entre el sobrino y el tío. Luego se fue contagiando el resto. Pero el problema empezó con el sobrino que ya empezaba a dar muestras de autosuficiencia. Ya no quería tener autoridad sobre él. Se creyó grande y quería ser libre. Mala decisión. Cuando alguien comete ese error, que ya no quiere rendirle cuentas a nadie su caída es inevitable. Y Lot no fue la excepción. Su esposa es un claro ejemplo de que lo que se siembra se cosecha.

Cuando llegaron los ángeles, fue Lot quien los atendió. ¿En donde estaba la esposa? Era de noche y ella no estaba en casa: Génesis 19:3 “…y fueron con él, y entraron en su casa; y les hizo banquete, y coció panes sin levadura, y comieron” ¿Lo ve? La costumbre era que la mujer de la casa fuera la que cocinara y atendiera a los huéspedes. Aquí ya vemos que la rebeldía de este joven rico se fue introduciendo como levadura en la vida de su propia familia. Además que permitió que su esposa fuera una mujer “de sociedad” y se mezclara con las demás vecinas y abandonara sus obligaciones hogareñas. Mala mezcla.

Con razón el final de la esposa es tan dramático: Vv. 26: “Entonces la mujer de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se volvió estatua de sal” A espaldas de él. Es decir, estaba acostumbrada a hacer lo que quería a escondidas de su acaudalado esposo. Lot no supo manejar su riqueza, no supo manejar su matrimonio y no supo manejar la voluntad de sus hijas como veremos mañana.

Buena lección la que nos da este rico que lo perdió todo. Todo. La riqueza no fue el problema, el problema fue su corazón.

Ah, y no se necesita mucho dinero para creernos ricos. Podemos ser “ricos” en orgullo, soberbia, arrogancia, rebeldía y muchas cosas más…

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