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lunes, diciembre 23, 2024

La inclinación al mal

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Se nos ha enseñado a través del libre albedrío que se puede decidir sobre aspectos que favorecen nuestra alma o que la destruyen, sin embargo todo ser humano debido a falencias, necesidades no suplidas, dolor por rechazo, y a raíz de algunos de estos elementos toma la elección de vivir una vida opuesta a la voluntad de Dios. Hay distintas etapas de cauterización del ser humano:

  1. La persona que vive momentos de crisis existencial y busca escapes inapropiados, pero tiene un discernimiento y una conciencia de pecado y eso le hace volver al camino que las escrituras establecen.
  2. Las personas que se acostumbran a vivir una doble vida, en la cual en algún punto tienen una vida de fe y relación con Dios que se visualiza muy correcta, pero también sostienen una vida paralela que no muestra la integridad humana que en un inicio reflejó.
  3. Otras personas tienen una vida continua hacia el mal, viven completamente apartados señalando cualquier error dentro de las estructuras religiosas como para no participar o involucrarse en ellas.  

A los tres grupos de personas les ama Dios, puede restaurarlos y bendecirlos, pero no hay duda que depende de los momentos que el ser humano viva se tiene la tendencia a refugiarse, desahogarse o buscar escapes en cosas que están completamente fuera del orden que la palabra de Dios establece.

Se debe tener conciencia de pecado ¿Qué es tener conciencia de pecado? Estar consiente que la condición no es la correcta, que a pesar de estar haciendo algo indebido no está bien. Sin importar la condición nunca se debe alejar de las pocas personas o lugares que lo mantienen cerca de Dios, no hay porque despreciar a un amigo que realiza una invitación a la iglesia, a pesar de la naturaleza humana dada hacia el mal, no se debe generar un alejamiento de Dios, de la iglesia y de las amistades que suman, de manera que el hilo no se reviente y pierda toda conexión.

Dios es espíritu y por consiguiente no hay un milímetro cuadrado de tierra, planeta o cielo en el cual no esté el Señor, se debe saber de la misericordia de Dios, sus brazos abiertos están para levantar al caído, aunque no haya salido de sus problemas dese una oportunidad, permita que Dios haga el ofrecimiento que está en su palabra de restaurar.

“Por eso, así ha dicho el Señor: Si te vuelves a mí, yo te restauraré, y tú estarás delante de mí. Si entresacas lo precioso de lo vil, serás como mi boca. ¡Haz que ellos se vuelvan a ti, pero tú no te vuelvas a ellos!” (Jr 15:19).

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